Encontré
a Vincent negociando con un hombre y me acerque de prisa.
-
Nos vamos - le dije jalándolo del brazo.
-
Tranquila, ¿todo está bien? - me contesto y enfurecí por su descuido al decir tranquila
en vez de tranquilo, afortunadamente nadie lo había notado, lo solté y continúe
caminando.
-
¿qué pasa? - pregunto caminando a mi derecha con desanimo.
-
¿de dónde sacaste este traje? - le pregunte, él se detuvo y yo me detuve con él.
-
¿por qué lo preguntas? - pregunto volteando
a verme.
-
responde - le exigi.
-
me lo io William - contesto despreocupado y yo di un paso hacia él.
-
¿y por qué me lo diste a mí? - le pregunte irritada, el vacilo antes de
contestar.
- él me pidió que te lo diera... él no quería
perderte la pista, este es un traje único, no hay dos iguales, así te reconocería
al verte - contesto al fin 'no hay dos iguales' pensé.
-
pues resulta que él no es el único que podría reconocerme - le dije y continúe
caminado, él me siguió.
-
¿a qué te refieres? - pregunto
preocupado, yo no estaba muy segura de contarle ahora, Vincent había actuado a
mis espaldas, pero esa mujer era de armas tomar y yo podría necesitar su ayuda.
-
me tope con una mujer, cree que soy William, creo que quiere su cabeza, me cito
esta noche - le dije mirando el camino, él lo pensó un momento.
-
No, no, no puede ser, nos desharemos del traje y tu serás alguien más, eso es
todo, todo estará bien - me prometió y yo voltee a verlo sin dejar de caminar.
-
creo que no me explique bien Vincent, la voy a ver esta noche - le asegure
mientras salíamos de la plaza y continuábamos caminando por las calles sin
dirección.
-
pero acabas de decirme que quiere tu cabeza - se quejo, yo voltee al camino y asentí.
-
es cierto, pero también tiene información de un chico, creo que podría ser Marc
- le conteste.
-
no, ni hablar, es muy peligroso, deja que William se encargue - concluyo, no se
me había ocurrido hasta entonces que ellos seguían en contacto.
-
¿has visto a William? - le pregunte en forma de reclamo.
-
no, no lo he visto, me dijo lo del traje después de la primera vez que trataste
de venir a la ciudad - me respondió, yo ya no sabía si podía confiar en él pero
si la lectura de expresiones que e había enseñado William era real él decía la
verdad.
-
¡señor! ¡señor! tome, mire, tengo algo para usted - dijo un hombre acercándose
corriendo a nosotros, el hombre lucia viejo, sucio y nervioso, estaba encorvado
y tenia los dientes sucios y amarillos.
-
no quiero nada, gracias - le conteste sin detenerme.
-
no señor, espere, es gratis ¡gratis! tómelo por favor, es para usted - me rogo
con desesperación despertando mi curiosidad, voltee a ver lo que sostenía en la
mano y para mi sorpresa aquel era el reloj maldito que Edi me había pedido con
tanta insistencia que me deshiciera - es de oro señor, tómelo ¡tómelo! - me
suplico el hombre, entonces volví a verlo con más detenimiento... era el hombre
al que se lo había vendido... él contraste era asombroso, había envejecido unos
treinta o cuarenta años - un hombre como yo no puede andar por ahí con algo así,
pero usted señor, un hombre como usted debe tenerlo - continuaba intentado
convencerme.
-
¿me permitiría invitarlo a comer? - le pregunte con cortesía.
-
¡No! - grito enloquecido - no es necesario - dije intentando sonar mas cuerdo -
solo tómelo, por favor, tómelo - seguía diciendo mientas lo agitaba en su mano.
-
se lo del reloj - le dije mirando a este con desprecio - ¿quiere la comida o
no? - le pregunte mirándolo a él de nuevo, él se apresuro a guardarlo.
-
¡sí! sí señor, gracias, muchas gracias - acepto y comenzamos a caminar, yo voltee
a ver a Vincent.
-
te veré después - le dije para que nos diera espacio.
-
no lo creo Josep, por ahora no me separare de ti - dijo acoplándose al paso.
Fuimos
a una fonda de por aquel lugar, cuando las personas que atendían notaron que se
acercaba ese hombre estuvieron a punto de echarlo a patadas, pero cuando se
dieron cuenta que venía conmigo se abstuvieron.
-
¿qué van a querer? dijo la camarera de mala gana.
-
¡todo! - se apresuro a contestar el anciano.
-
yo solo un vaso con agua - le dije yo.
-
¿y para usted? - le pregunto a Vincent.
-
también agua por favor - le contesto este, la mecerá se fue y regreso con dos
vasos de agua, una jarra de Jamaica y un plato de sopa que el anciano devoró enseguida.
-
¿cuál es su nombre? - le pregunte al anciano, el sorbió hasta la última gota
del plato antes de contestar.
-
Pepe - dijo volteando a ver a la camarera impaciente de continuar comiendo.
-
cuéntenos que paso después de que obtuvo el reloj - le pregunte afable.
-
nada - dijo antes de comenzar a beber grandes sorbos el agua de Jamaica - por algún
tiempo no paso nada, luego las cosas pasaron muy rápido... - dejo sus palabras
en un hilo nuevamente volteando a ver a la camarera, así que aclare mi garganta
para que prosiguiera - ... muy rápido, perdí mi empleo, a mi mujer, a mis
hijos, mis amigos, perdí mi cabello... no sabía lo que pasaba o porque pasaba,
entonces intente vender mi reloj para comprar comida, pero ellos sabían lo del
reloj, ellos no quisieron cómpralo... desde entonces he intentado deshacerme de
el... pero esta maldito... - dijo rápidamente lamentándose, entonces llego la
mujer con un plato de arroz y huevos el
hombre se apresuro a devorar la comida sin molestarse en usar los cubiertos.
-
¿qué hacemos aquí? - me pregunto Vincent mientras el hombre se atragantaba en
la mesa.
-
escuchando una historia inverosímil - le conteste, él volteo a ver al hombre,
luego a su vaso de agua y se dispuso a aburrirse.
Una
mujer entro a la fonda, Vincent, Pee, yo y todos en aquel lugar volteamos a
verla, de alguna forma su presencia era imponente, pero no como la mía, no era
por usar un ostentoso traje, a decir verdad ella usaba ropa típica de la región,
nada inusual, pero su presenciase se extendía en aquel lugar con un ambiente
tranquilo y sereno. Ella hizo una inspección breve al lugar camino hacia la
mesa en la que nos encontrábamos sentados y se detuvo.
-La
fonda está cerrada - anuncio en voz alta, los pocos comensales que habían
salieron sin terminar sus platos ni pagar la cuenta, pepe lamio apresuradamente
el plato, saco el reloj y me lo ofreció una última vez, yo me negué a aceptarlo
y para mi sorpresa la mujer lo tomo.
-
¡gracias! ¡gracias!- dijo pepe saliendo despavorido
del lugar, las personas que atendían también salieron y la mujer se sentó frene
a Vincent y a mí.
-
no eres la persona que esperaba ver - me dijo inexpresiva.
-
¿debería pregunta a quien esperaba ver? - le pregunte suponiendo la respuesta.
-
debo admitir que me esmere mucho con ese traje ¿te ha traído suerte? - me
pregunto dedicándole una cálida mirada al traje antes de verme a los ojos.
-
¿suerte? bueno, no sé como defina suerte - comente y ella se rio, miro el reloj
en sus manos y me lo ofreció.
-
también esto es para ti - dijo sonriendo, yo alce una ceja en respuesta
denotando mi asombro - tranquilo, no te traerá mala suerte, le traerá mala
suerte a aquel que te lo quite, y estoy muy segura de que te lo quitara ya que
es un reloj costoso - me aseguro, yo la mire secamente sin intención de aceptar
el reloj.
-
¿mamá? - le pregunto Vincent, hasta ese momento no me había detenido a ver como
lo estaba tomando él, tenía los ojos llorosos, la boca abierta y se había
inclinado sobre la mesa, ella voltea a verlo, inclino la cabeza y asintió
despacio, él se levanto y la abrazo, ella lo abraso también.
-
no sabía si me habías reconocido a penas me veías y eras solo un niño - le dijo mientras lo abrazaba.
-
si era un niño, pero yo nunca te olvide, nunca lo hice - le contesto él, por alguna
razón que no entendí aquella escena me pareció insoportable, me levante y salí
de aquel lugar, suponiendo que ellos necesitaban tiempo a solas.
-
¡hey! - se quejo la mujer al verme partir, regrese y ella me entrego el reloj y
yo lo acepte solo para poderme ir.
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