Regresemos un poco en el tiempo, antes de la explosión, antes de
separarme de Marc, antes de que Marc aprendiera a escuchar, antes de descubrir
que Marc es un Ocaso, antes incluso de conocer a William, regresemos al punto
donde éramos Lilia y André y yo era André. Lilia estaba basada en Fátima,
una sobreviviente con la que Marc había pasado mucho tiempo mientras era Hugo,
uno de sus tantos personajes, ambas eran capaces de sostener platicas breves
con atisbos de lucidez, siempre temblaban, miraban a todos lados y a ninguno, a
veces balbuceaban cosas indescifrables y podían pasar días sin dormir
hasta que el cansancio las vencía, pero a diferencia de Fátima que no tenía
familia y sobrevivía de la caridad de las personas Lilia tenía un hermano que
se ocupaba de ella por lo que siempre tenía un lugar donde dormir, algo para
comer y ropa limpia que vestir, aun así la vida de Lilia era lamentable; nunca
salía de casa, lo más cercano a socializar para ella era cuando espiaba los
vecinos por la ventana escondida tras las cortinas, pasaba largas horas en
cuclillas en una esquina de su habitación y las desveladas iban causando
estragos en su salud.
Un día mientras el día se convertía en noche Lilia vio a Lolita una de las vecinas de unos 13 o 14 años correr a toda prisa hacia su casa cuando se encontró con Rosa, otra vecina que tenía al menos 4 hijos hasta donde se sabía. Lilia sabía leer los labios con claridad así que se decidió a espiarlas como había hecho tantas otras veces pero pronto deseo no haberlo hecho...
- ¡Tranquilízate que me estas poniendo nerviosa! - gritaba Rosa malhumorada, la había visto en persona muy poco, únicamente cuando iba a su casa a pedirme algún favor, entonces se mostraba serena y mansa, pero el resto del tiempo al espiarla por la ventana siempre estaba de malas, gritando o regañando a alguno de sus hijos.
- so-so-so-so-so - Intentaba decir Lolita sin lograr pronunciar
las palabras.
- dale una cachetada, a ver si reacciona - dijo otra mujer que
Lilia reconoció como Rosita la hija mayor de Rosa.
- so-so-so-so-so - Siguió intentando decir Lolita consternada y
luego se puso a llorar.
- ¡Que te calmes que así no logramos nada! - insistía Rosa - Estas
pálida mujer. Rosita ve por un vaso con agua antes de que Lolita se nos
desmalle aquí – le ordeno.
Algo causo un corto circuito en el interior de Lilia, Lolita trabaja en la fonda de su mamá no muy lejos de ahí, volteo a ver el reloj de pared y comprobó que aún era muy temprano para que hubiese salido de trabajar, lo que la hubiese hecho salir del trabajo tenía que ser malo.
- ya, ya, no pasa nada, cálmate niña, haber dime ¿dónde está tu madre? ¿Porque te ha mandado sola a casa? - Rosa dejo de gritar, y comenzó a mostrar esos gestos que empleaba conmigo cuando quería obtener algún beneficio, en este caso información.
- aquí está el agua, toma - dijo Rosita, luego siguió un minuto de
silencio mientras lolita tomaba un sorbo.
- eso, ya estas mejor, vez, ya te está volviendo el color al
rostro, ahora si dime ¿qué pasa? - pregunto Rosa despreocupada.
- mi mamá me mando por a comprar algunas cosas, yo iba caminando hacia
la avenida y cuando llegue levante la vista y entonces yo ... yo... - Lolita
estaba a punto de tartamudear de nuevo cuando Rosita le asesto una fuerte
cacheta en el rostro, cabe mencionar que ellas dos nunca se habían llevado muy
bien, funciono, Lolita pudo seguir con la plática y ni siquiera se molestó en
lo absoluto - yo los vi, los vi, los soldados, están entrando en la ciudad,
corrí con mi madre y ella fue a buscar a mi padre, me dijo que entrara en casa
y no saliera por nada del mundo y yo... y yo... me tengo que ir - dijo
apresuradamente, luego se fue corriendo hacia su casa y cerró la puerta tras
ella.
- ¿soldados? - pregunto Rosita a su madre.
- ¡A la casa! - le grito Rosa y ellas también se encerraron.
Lilia estaba obsesionada con la guerra, por su mente comenzaron a desfilar imágenes de todas aquellas historias que le habían contado, comenzó a balbucear sin sentido. Se abrazó las piernas con las manos y sin darse cuenta empezó a balancearse de adelante a atrás, por momentos daba vistazos al reloj, André se enteraría pronto e iría por ella, tenía que esperarlo, pero el maldito reloj avanzaba muy lento, ella llevaba dos días sin dormir y temía que la domara el cansancio este era sin duda el peor momento para dormir pero no pudo soportarlo más y se desplomo ahí en el suelo.