Grandulón me dijo que la única
forma de quitarme esa peste era ir a las aguas termales cerca de un manantial
que estaba a tres días de camino, pero para mí fortuna Leo se ofreció a llevarme...
- Voy a vomitar -
me queje cuando Leo me extendió la mano para que me acercara.
- Descuida, solo flotaremos, ven, te voy a cargar para que no tengas que girar
- me insistió, yo me acerque aun dudándolo.
- Mejor yo te cargo a ti - le conteste burlona, yo ni quería que él me cargara
ni lo creía capaz de lograrlo. Él arrugo las cejas disgustado.
- solo acércate, abrázame y no me sueltes por nada - me ordeno, yo asentí y lo
obedecí. Oí nuevamente aquel soplido y el aire comenzó a correr a nuestro
alrededor, desde esta nueva postura me di cuenta de que Leo exhalaba aire por
la boca en cantidades sorprendentes, me pareció que inhalaba y exaltaba al
mismo tiempo, pero con una seña con los ojos me hizo entender que no quería que
me quedara viéndolo, así que aparte la mirada.
La vista era
borrosa por el remolino a nuestro alrededor, quise mirar al suelo pero temí
marearme y no lo hice, así que repose la cabeza en el pecho de Leo y me dedique
a esperar que llegáramos, aún estaba un tanto sorprendida de que hubiese tenido
la fuerza para cargarme y que no pareciera significarle un gran esfuerzo aun
después un buen rato, sobre todo porque yo sin duda pesaba más que él y él no
lucia muy atlético. No tardamos 3 días, pero aun así me pareció muy largo el
camino, me alegre mucho cuando finalmente mis pies tocaron el suelo y me senté
inmediatamente.
- Dime que esta
vez no volverás el estómago - se quejó Leo ante mi reacción al llegar.
- No, estoy bien, terminemos con esto, date la vuelta - le ordene y él obedeció
de inmediato, comencé a desvestirme mientras me preguntaba si el aroma se habría
quedado impregnado en la ropa, pero no podía lavarla ahora ¿cómo la secaría
para ponérmela después? La deje a un lado y entre al agua.
- ¡Listo! Ya estoy en el agua - le hice saber a Leo.
- Muy bien, iré a dar una vuelta, llama cuando termines - contesto Leo
cordialmente.
- No, está bien, puedes entrar conmigo, me volteare para que puedas cambiarte -
le ofrecí dándome media vuelta, después de todo, él había sido muy gentil al
traerme y supuse que si utilizaron en él el mismo remedio que en mí, él también
moría por quitarse el hedor.
- muy bien - acepto - listo - dijo ya en el agua.
- bien - conteste y eche la cabeza hacia atrás hasta sumergir mi rostro en el
agua, estaba hirviendo, podía percibir el vapor emerger del agua, pronto se
desvaneció el aroma y nos quedamos relajándonos algún tiempo en el que solo
inhalamos profundamente y nadamos un poco.
- Este lugar es magnífico
- comente con los ojos cerrados y sin tener la certeza de que Leo me escuchaba.
- sin lugar a dudas - convino Leo de algún lugar no muy lejano.
- Al menos algo bueno salió de ese incidente - continúe.
- En ese caso la próxima vez que te molestes con Wiliam dirigente a aquí sin
hacer escalas - contesto Leo riendo, yo abrí los ojos y le lance agua al rostro
riendo pero no ocupe fuerza suficiente y no le llego.
- ¿a ti no te molesta? - le pregunte aprovechando que había sacado el tema a
relucir.
- ¿William? - me pregunto y asentí - William solo nos está preparando -
contesto monótono.
- ¿preparando? ¿Para qué? Esos soldados no son rival para nosotros -
conteste molesta.
- saben nuestros dotes y pueden contra arrestarlos - me explico - pero no a
todos juntos - comento sonriendo.
- yo sigo pensando que hay algo más, algo que no nos dice - dije arrugando las
cejas, Leo agrando su sonrisa y se acercó un poco.
- Yo sé que eso no es lo que te molesta - dijo bajando la voz como en
confidencialidad.
- ¿a qué te refieres? - pregunte extrañada por su actitud.
- ya sabes de lo que hablo - continuó con el mismo tono - su don es lo que te
molesta - dijo acercándose aún más y con mirada intensa, sentí como la sangre me subió
de pronto a la cabeza, eso era ofensivo.
- ¿don? Pero si él es único que de verdad esta indefenso ante los soldados, su
don no sirve de nada - escupí las palabras con ira y Leo no hizo más que
reírse.
- ¿no piensas reconocerlo? - pregunto alardeando de su seguridad - La verdadera
razón por la que detestas a William es porque él sabe lo que hay aquí - dijo
golpeando mi cabeza con su dedo.
- Él no sabe nada - contestes apartando su mano con la mía y me di la vuelta.
- Él sabe más de lo que debería, de todos - me dio la media vuelta para que lo
encarara - todos tenemos secretos - dijo poniéndose serio - Él invade nuestra
intimidad. Hay cosas que nadie debería saber... - aseguro fríamente. Me quede
callada un momento porque por sus palabras y la forma en que las decía me comencé
a pensar que ya no estaba hablando de mí.
- ¿porque lo dices? - pregunte intrigada.
- William me dijo que toda tu vida fingiste ser hombre... - me enfureció
escuchar que se lo había dicho - y que apenas te conoció lo supo... Bueno...
Este será nuestro secreto - Dijo como si aquello significará mucho para él,
luego abrió la boca y toco una cosa delgada y transparente que había en ella -
Esto divide mi boca en dos partes, de un lado saco aire calientes y del otro
frío...- se tomó un minuto antes de continuar, yo no entendía a donde quería
llegar con todo eso - todo mi cuerpo es así, estoy dividido... Yo soy hombre...
- note la duda en sus ojos antes de continuar - Y también soy mujer. Él no tenía
ningún derecho de saberlo, yo sé cómo te sientes Atardecer - dijo con voz de
mujer, una voz que no le había escuchado nunca antes.
- tu voz... - dije impresionada y se río.
- también tengo dos voces - contesto volviendo a su voz habitual.
Entonces pensé
'Los secretos unen a las personas'.
- jamás se lo diré
a nadie - le prometí y lo abrace, ahora sería nuestro secreto.
Paso un buen rato
antes de que me decidiera a salir, abrí los ojos y vi a Leo relajado y con los
ojos cerrados, me acerque a la orilla, salí y comencé a vestirme, voltee a ver
a Leo que había abierto los ojos y se notaba indeciso entre salir o no.
- ¿de qué es
diminutivo Leo? - pregunte con curiosidad, él se río y se acercó a la orilla.
- ¿de qué pensaste que era diminutivo? - pregunto a su vez, yo no me lo había
preguntado antes en realidad.
- no lo sé ¿Leonardo? - intente adivinar, él se río nuevamente.
- no es un diminutivo, es sólo Leo - contesto y se décimo a salir.
No pude evitar
mirarlo, sus pechos eran pequeños, pero no cabía duda de que eran de mujer,
contrastando en gran medida con su preponderante...
- ¿nunca habías
visto uno? - pregunto al notar donde se había detenido mi mirada, me sonroje de
inmediato y aparte la mirada.
- ¡ho! Lo siento mucho... Si, si he visto otros, en los baños, perdón no
quise... - me había dado la vuelta por completo, estaba tremendamente
avergonzada.
- está bien, puedes verme, nadie nunca antes me había visto desnudo ¿qué hay de
ti ¿alguien antes te había visto sin ropa? - pregunto relajando el ambiente.
- no realmente - conteste volteando lentamente, lo mire de nuevo, hasta ahora
no había notado que los rasgos de su rostro bien podrían ser de mujer.
- ¿en qué piensas? -me pregunto ladeando la cabeza.
- no puedo decidir si eres un apuesto hombre o una hermosa mujer- conteste sin
pensarlo, él se río.
- entonces soy ambos - concluyo, me reí también - también tengo una ¿quieres verla? - pregunto despreocupadamente,
me ruboricé al escucharlo.
- no gracias, creo que ya he visto demasiado - conteste desviando la mirada, él
tomo su ropa y se visto.
- gracias - comento de pronto.
- ¿por qué? - pregunte girando me para verlo.
- por la forma en que me viste...- me ruborice de nuevo - parecía que habías
visto lo más bello en tu vida - me dijo sonriendo, yo corrí a abrazarlo.
- justo eso fue lo vi - le susurré al oído, le bese la mejilla y me quede
abrazándolo.
Leo tenía razón
después de todo, odiaba que William les hubiese dicho sin más mi sexo, mi
nombre, mi don, él no tenía ese derecho, sentí la cólera recorrer mi cuerpo
solo de pensarlo.
- ¿por qué William
no nos contó sobre ti? - le pregunte acomodada en su pecho.
- supongo que no era necesario - contesto soltándome.
- conmigo tampoco era necesario y lo dijo - respondí resoplando.
- me alegra que te hayas decidido a aceptar cuanto te molesta, pero ahora es
tiempo de irnos- evadió el tema, me cargo y emprendió camino.