lunes, 22 de diciembre de 2014

Regreso

No estoy segura cuanto tiempo llevaba entrenando, lo único que sabía es que mi cuerpo estaba exhausto, me dolía respirar, mi garganta ardía al tragar saliva, cada vez se me dificultaba mas gritar o hablar, había llegado la hora de regresar, pero mi cuerpo no soportaba mas, así que me recosté y me dispuse a dormir para recuperar la fuerza suficiente para regresar...

Cuando amaneció había un silencio total, me asegure de haberme quitado los  improvisados silenciadores que había construido, tal silencio era perturbador, era algo más que anormal, mientras sentía el viento soplar mi respiración comenzó a ser irregular, mi ansiedad se incremento al no poder escuchar mi respiración entre cortada.

-¡Que está pasando!- Grite con todas mis fuerzas, pero no fui capaz de percibir mi propia voz. Entonces lo supe, había roto mis tímpanos, sin darme cuenta los había destrizado durante mi entrenamiento, involuntariamente cubrí mis oídos con las manos y entonces note que estaban sangrando, voltee a ver el césped donde me había recostado y advertí dos grandes manchas de sangre semi-ovaladas, sentí nuevamente un picor en mi garganta que me hizo toser, en esta ocasión también salió sangre de mi garganta.

Me pasme aterrada al contemplar aquello, estaba arruinada, completamente arruinada ¿Que haría ahora?

Comencé a llorar, no recuerdo haber llorado antes de ese día, mis pulmones dolían por lo que me era imposible sollozar sin asfixiarme y justo en ese momento... desperté, me apresure a revisar los silenciadores, aun los traía puestos, al quitármelos escuche con alivio la brisa pasar, quise suspirar pero al intentarlo tosí y cuando lo hice sangre, pero no en abundancia como en mi sueño, así supe que tenía que regresar a casa lo antes posible... antes de que fuera demasiado tarde.

El camino de regreso me pareció mucho más lejano que el de ida, para ser sincera no recuerdo bien como regrese, hubo un tiempo en el que no podía ver bien, el sudor nublaba mi vista y limpiarlo solo hacía que mis ojos ardieran mas cada vez, yo solo sé que seguí caminando y caminando hasta que alguien más me encontró, me tomo en brazos y me llevo...

-¡Miren chicos! está despertando- Escuche decir a alguien antes de que se produjera movimiento en la habitación.
-¿Marcos?- fueron las palabras que escaparon de mi boca antes de toser.
-No hables ahora, solo descansa- Me contesto mientras tomaba mi mano, lo apreté suavemente y me dispuse a dormir nuevamente.

La cabeza me dolía, sentía como punzadas desde dentro, todo me daba vueltas y el solo hecho de pensar en hablar me hacía tocer, recobre medianamente la compostura y abrí los ojos, pero todo me daba vueltas y los cerre de nuevo.

-Come- Alguien me dijo me dijo e hice mi mejor esfuerzo por hacerlo, aunque lo que fuera que estaba comiendo sabía a rayos...

Habría pasado algún tiempo, realmente me sentía mejor, abrí los ojos y distinguí a Edi platicando con Grandulón, sonreí levemente, de alguna forma había llegado, estaría segura ahora, logre percibir que estaba acostada sobre las piernas de Marc así que me acurruque y volví a dormir.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Planicie


Habían pasado ya dos días, estaba desesperada, en especial porque parecía ser a la única que le importaba que Marc no hubiera regresado aun, de todos nosotros él era el más vulnerable, podría contra uno, tres o hasta diez individuos, pero si lo buscaban lo harían mucho mas.

Me encontraba fuera de la cabaña mirando el bosque, esperando impacientemente, con los nervios destrozados.

-Volverá pronto- dijo William a mis espaldas. Odiaba eso de él, era completamente imperceptible -ven, necesitas volver a entrar, no se impresionaran con un árbol que tiembla- comento en un tono que parecía dulce, irritablemente dulce.
-sabes mi alcance- conteste secamente sin voltear a verlo.
-sí, lo sé, también ellos lo saben, tenemos que ampliarlo si queremos tomarlos desprevenidos- soltó situándose a mi lado derecho.
-¿Que propones?- pregunte volteando a verlo interesada.
-Ve más allá de la cúspide de esta montaña, hallaras una planicie al centro, entrena allá, entrena hasta que tu cuerpo no lo soporte mas- eso sonaba francamente tentador pero mi preocupación por Marc era mayor -Marc ya ha tardado demasiado, yo iré a buscarlo, ve a entrenar, te prometo que cuando regreses Marc estará aquí, esperándote-

Lo mire sebera, si él podría ver mis pensamientos, entonces sabría que no existe un lugar seguro para él si no cumplía su palabra. Entre en la cabaña y me despedí de Edi y Grandulón antes de comenzar el camino, tome una manzana y comencé a morderla pensando en que al menos así estaría lejos de William y de su acoso.

William tenía razón, la planicie era asombrosamente amplia, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había hecho algo parecido, me hice unos silenciadores, los sujete fuertemente a mis oídos y comencé, ocupe el tono más bajo que tenia, a la distancia más baja que alcanzaba mientras caminaba, lo cual no resulto una gran idea porque mi cuerpo alcanzaba las ondas sonoras al caminar, así que decidí caminar de espaldas cuidadosamente mientras aumentaba la distancia lentamente y aun más lentamente agudizaba el tono, mi garganta comenzó a picar, hacía años que no hacia aquello, calle y tosí un poco, seguí caminando y cuando me encontré en el centro de aquel lugal comencé de nuevo.

 -a:æa- El sonido se elevaba y se extendía a través de mi tráquea -i:ɪi- recordaba cada tonada, cada combinación, no solo de mi entrenamiento, también de la guerra, una guerra que presencie muy de lejos, hacía años que no estaba realmente sola, me detuve, respire, me erguí y emití un agudo, corto y preciso grito. -aɅa- la onda quebró mis improvisados silenciados, me desequilibro y caí al suelo, decidí quedarme tumbada y cerré los ojos.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Fuera mascaras

El grandulón nos trajo un par de manzanas para cenar, él y Edi parecían inseparables, comenzábamos a cenar cuando William hablo.

-Bueno, supongo que cualquier momento es un buen momento- Dijo William atrayendo nuestra atención -Catorce es mujer, ella y quince se disfrazan de varios personajes para alejar la atención de sí mismos- Comento William sin emitir ninguna emoción al hablar, mientras yo intentaba fulminarlo con los ojos.
-¿Alejar la atención?- Pregunto asombrado Edi -Todo el mundo se entero cuando él... bueno ella llego- le aseguro Edi a William -y seguro que cuando te fuiste también- Me aseguro a mí. Yo sonreí ante su comentario y relaje un poco mi postura.
-Ellos recuerdan a un Frank, si ella regresa allá con otro personaje nadie se enterará- Aclaro William antes de continuar. -Catorce suele usar personajes con una personalidad extrovertida y especifica, mientras que quince suele tener personalidades introvertidas y dispersas- concluyo William antes de morder una manzana.
-¡Basta de números!- grito el grandulón golpeando con su puño cerrado la mesa de madera cuadrada sobre la que había puesto las manzanas, estas brincaron un poco pero ninguna cayo, yo estuve segura de que se habia contenido 'control... en situaciones cotidianas y extraordinarias' pense.
-Grandulón tiene razón Will, nos haces sentir como ellos, somos más que un número, lo sabes ¿verdad?- William volteo a verme, era claro que quería que les dijera mi nombre 'los secretos unen a las personas' pensé.
-Mi nombre es atardecer- anuncie al grupo - pero todos los que estuvieron conmigo, ya fuera entrenando o en batalla, creyeron que soy hombre, excepto el General... Marc... y ahora ustedes- pronuncie aun incrédula de que se los estuviera diciendo.
-¿Marc se llama Marc?-  Pregunto Edi interesado, nos había escuchado llamarle Brad en varias ocasiones y ahora estaba seguro de que ese era solo un personaje.
-Su nombre es Marcos- le respondí mirándolo a los ojos y luego voltee a ver al grandulón. Él solo bufo.
-Ellos nunca se molestaron en ponerle un nombre- aclaro Edi, palmeando la espalda del grandulón- yo lo llame Grandulón cuando nos conocimos- afirmo Edi. Hasta ese momento había supuesto que ese era algo así como un apodo, pero Grandulón era su nombre.
-Bueno- interrumpió William -Todos tenemos grandes historias que contar...- dijo sosteniendo su manzana en alto como si fuera un tarro- 

-Pero esperaremos a que regrese Marc para contarlas- Pronuncie lentamente mientras William y yo nos dedicábamos una mirada aguda. Yo no le permitiría dejar a Marc fuera de esto y una parte de mí me decía que eso era lo que estaba intentando.

domingo, 26 de octubre de 2014

Montaña

Al día siguiente William se adelanto con Ocho y Brad, yo regrese al Mercado , para deshacerme del reloj de Ocho, apenas lo vendí salí con discreción y fui en su encuentro, ellos seguían en casa del grandulón pero no había ni rastro de él, supuse que aun no había regresado a casa, William quiso aprovechar el espacio para una pequeña demostración, yo les pedí que se alejaran un poco e hice a un árbol temblar, Ocho subió a otro e hizo a todas las aves de este caer.

-También tú- le pidió William a Brad.
-Pero...- Quise intervenir pero William pe callo alzando una mano y volvió a mirar a Brad.
-Aísla el resto de los sonidos, concéntrate ¿escuchas aun el latir de esas aves?-Le pregunto William a Brad señalándolas aves del suelo que Ocho había hecho caer. Brad espero un minuto antes de contestar.
-¡Sí!- Dijo Brad al fin -lo escucho- William señalo al cielo cuando una parvada cruzó en el cielo, Brad voltee a ver asombrado y rio, me parece que esa fue la primera vez que escucho su propia risa, volteo a vernos y me hizo una señal que significaba todo saldrá bien, entonces yo le sonreí. 

William me animo a hacerlo con un gesto afirmativo con la cabeza, sabia lo yo que tenía en mente. 

-¿Marc?- pregunte viéndolo ilusionada, él corrió a abrazarme, era la primera vez que me escuchaba decir su nombre.
-¿Marc?- pregunto Ocho curioso, ya que William no había tenido la educación de presentarnos.
-No sabemos su número, creemos que es quince- Respondió William evadiendo la intensión de Ocho. Marc se separo de mi y se acerco a Ocho.
-Mucho gusto ¿y tú cómo te llamas?- Saludo Marc a Edi, haciendo a un lado el comentario de William.
-Me dicen Edi- contesto Edi estrechando la mano de Marc.
-Escuchen tienen que entrenar más arduo!- Los interrumpió William.

William y Marc intercambiaron palabras en sus mentes, no sé por qué razón, pero me disgusto, supongo que me puse algo celosa, ya que ese tipo de comunicación privada ya no era exclusiva de Marc y yo.

-Shhh- nos advirtió Edi que guardáramos silencio. Entonces advertimos que había alguien en los alrededores.-¿Grandulón? está bien, son amigos- le dijo Edi a alguien escondido cerca de la casa. -¡agáchense! todos en cuclillas- nos ordeno Edi, Todos nos agallamos en cuanto lo dijo,  aunque yo no entendí la razón, de entre los arboles salió una persona inmensa y desde la posición en que me encontraba me pareció que duplicaba mi estatura. -Ellos también son ocaso, este es Once- Dijo señalando a William -me dio esto-  dijo sacando el encendedor de uno de sus bolsillos, el grandulón lo tomo y lo observó, en sus manos el encendedor lucia más pequeño, luego gruño y lo guardo en su bolsillo.

-Ellos no parecen ocaso- Acuso el grandulon con su gruesa voz.
-Tampoco yo ¿no es así? todos me toman por un niño- Grandulon gruño de nuevo viendonos desconfiadamente.
-Que lo prueben- Ordeno molesto. William se levantó limpiando la tierra de sus pantalones.
-Si me lo permites yo primero- comenzó William brevemente -tengo la habilidad de ver el pensamiento, por eso se que nos has estado observando desde que llegamos y que conoces nuestros talento- expuso William más bien para nuestro conocimiento.
-¡Escuchar no es un talento!- reprendió el grandulón mirando a Marc intimidante.
-Lo es si lo puedes hacer a voluntad- le asevero William al grandulón y luego se volteo ver a Marc -descuida, ya encontrare como usarlo como ventaja- le prometió William a Marc dedicándole una mirada cálida. -disculpa que te hallamos infortunado- se disculpo William con el grandulón mirándolo nuevamente. -creo que unidos somos más fuertes- se explico William -Sabes bien que seguirán buscándonos- comento secamente.

El grandulón bufo, pero asintió con la cabeza y William nos hizo seña de levantarnos, cuando me levante me di cuenta de que no duplicaba mi estatura pero si me superaba por casi de dos cabezas.

-¡Bien!- sentencio el grandulón -pueden quedarse- accedió.
-¡Te extrañe viejo!- dijo Edi  feliz mientras abrazaba al grandulón.
-y yo a ti- fue la contestación del grandulón mientras abrasaba con su brazo izquierda al pequeño Edi y le alborotaba su abúndate cabello negro con la otra.
-¿Te vas?- me pregunto William, supuse que lo preguntaba en voz alta para informar a los demás.
-Mi personaje debe salir de escena, diré que me mudare o algo, que seguiré rodando.
-No creo que haga falta, mejor que vaya Brad y que traiga sus libros, necesita dedicarse a estudiar- De pronto lo entendí, William me había pedido que liquidara la cuenta de mi habitación, y ahora sabia porque. -Brad deja pagado hasta el jueves, pero saca todas tus cosas, así abra un desfase de tiempo entre nuestras salidas- Le pidió William y Brad asintió.
-¿Quieres que traiga algo tuyo?- le pregunto mientras yo meditaba como reaccionar a aquello.
-No gracias, ya me he encargado de eso, ve con calma, regresa mañana y no dejes que nadie te siga- pidió William relajado. Brad asintió, se apresuro a despedirse de mí, me abrazo y beso mi mejilla.
-Estaré bien- Me prometió Marc.

Sabía que William nos estaba separando por alguna razón, solo que no entendía porque Marc accedía sin más. El  tiempo avanzo lentamente mientras veía con tristeza como Brad partía, me pregunte si el se había sentido de esa forma cuando yo fui a la guerra, porque de alguna forma supe que no regresaría al día siguiente.


martes, 16 de septiembre de 2014

Ladrón

William abrió la puerta, Brad y yo volteamos a verlo. Él empujo a aquel niño que me había comprado el reloj dentro de la habitación y cerró la puerta, Brad se descubrió los oídos y el niño nos miro de frente.

-Es Ocho- anuncio William recargándose sobre la puerta -te dio dinero falso- afirmó mientras Ocho extendía el reloj hacia mí.
-Descuida, no es de oro, quédatelo- le pedí.
-¿Como que no es de oro? ¡Es de oro!- Me reiteró.
-No, no lo es- le dije negando con la cabeza y una sonrisa en el rostro. El pequeño volteo a ver a William para que lo apoyara.
-Es de oro, ya lo comprobó- Me aseguro William acercándose, haciendo a un lado los libros y sentándose sobre la mesa.
-¿Por qué me darían un reloj de oro a un precio tan ridículo?- Le pregunte a William y él se sonrío.
-Dicen que es un reloj maldito, digamos que tiene su propia historia- comento William.
-Una mejor que la que me contase- aseguró Ocho.
-Bueno, en todo caso quédatelo igual- dije restándole sentido. pero el continuo extendiéndolo hacia mí.
-El hechizo se rompe cuando él ladrón lo regresa al dueño original pero está muerto sabes, mejor quédatelo tú- me lo pidió ansioso así que acepte.
-Bien- Dije tomando el reloj y lo guarde en la bolsa de mi pantalón.
-¿Has conocido a otros?- Le pregunto Brad.
-Solo a Grandulón, todo aquel escándalo que se armo al sur fue para distraer a los soldados de mí, él debe haber huido a las montañas nuevamente, no he ido a buscarlo aun porque no quiero llamar la atención hacia él- comento mirando a William.
-pero ahora que yo sé donde se ubica nos acompañará a conocerlo- anuncio William triunfante.

-'¡Siempre tan persuasivo'!- pensé para William.

domingo, 31 de agosto de 2014

El relog

Llevábamos un mes en Dancleer, habíamos llegado cada uno por su lado y rentado tres habitaciones contiguas pero no teníamos relación alguna en público. Yo era Frank, un joven aventurero, Marc era Brad un investigador y William... William era William, nadie, una sombra, un susurro.

Salí a vender relojes al mercado, como hacía en todos  lados, comprar y vender era mi negocio, contaba fascinantes historias de todo el mundo y las personas se acercaban solo para escucharme. 

-¿Cuanto por su reloj?- Me pregunto un pequeño niño, yo ya lo había visto antes comprando otras cosas así que sabía que traía dinero suficiente consigo.
-Para ti serán solo 500, es mucho más costoso pero tú me agradas muchacho- Le mostré el reloj y lo tomó entre sus manos, creí que se echaría a correr con el pero solo lo observó detenidamente durante un buen rato, así que para convencerlo comencé a contar una asombrosa historia de cómo había obtenido aquel reloj, apenas termine de contar mi historia el niño saco el dinero velozmente y me lo dio antes de irse rápidamente. Al terminar el día me dirigí a mi habitación, aun tenía la imagen del niño clavada en mi mente, me había dado mucho más dinero de lo que valía el reloj, entre en mi habitación y repace la escena un par de veces en mi mente, entonces voltee a ver hacia la pared izquierda, en el cuarto contiguo estaba Brad y junto a él estaba William, por alguna razón aquel niño me causaba desconfianza, así que con la mente le pedí a William que lo buscara, cene y me dispuse a dormir.

Luego escuche cuando William salió a buscar al niño, salí de la cama y me cercioré de que nadie estuviera viendo cuando entre al cuarto de Brad, él tenía un montón de libros apilados sobre la mesa y muchos otros esparcidos por toda la habitación, él estaba investigando acerca de la sordera, Brad no era sordo pero su madre lo había sido y él buscaba imparablemente la razón.

->Envié a William Fuera para poder platicar<- Le dije a Brad usando lenguaje de manos, él asintió e hizo el libro que tenía en las manos a un lado y yo me senté junto a él antes de continuar ->¿Confías en él?<- le pregunte inquieta y él nego con la cabeza. Exhalé con fuerza en son de protesta, estábamos atrapados con William porque él sabía todo de nosotros y nosotros apenas poco de él, ni siquiera teníamos forma de cerciorarnos de que la versión de la historia que nos había contado era cierta -> Debe haber una forma de saber si él... -> Brad detuvo el movimiento de mis manos antes de que terminara la frace, espero un segundo y luego me hizo seña de continuar -> ... nos está diciendo la verdad. ¿Qué ocurre? <- El se sonrió antes de contestar.


->Te estoy escuchando<- Él lucía muy emocionado con la idea, pero no era posible porque yo no estebaba hablando -Escucho como se mueven tus manos- Dijo brevemente antes de cubrirse los oídos, quejarse y reír de nuevo -pero el sonido de mi voz aun es muy elevado para mí- él se destapo los oídos y entonces lo abrace contenta, este era un gran avance... por no decir el único y antes de que pudiera decir nada mas escuche como abrían la puerta...

martes, 29 de julio de 2014

Hechos

Henry nos contó que mi antiguo jefe le había marcado a Poncho para avisarle que María había salido con un hombre extraño, así que Lilia había decidido ir a buscarla para cerciorarse de que todo estuviera bien.


-Tuviste muy poco tiempo ¡Vaya que son buenos!- nos alago William, Henry y yo nos sonreímos y nos dedicamos una sonrisa, esa era nuestra profesión. -Hagamos esto, ustedes me enseñan sus tácticas y yo les enseño las mías.



Contarle secretos a William era simple, guardarlos por otra parte era inconcebible, le enseñamos el lenguaje de manos, a leer los labios e incluso algunas tácticas, digamos que las elementales, el nos enseño a interpretar los gestos, las expresiones, los silencios y simultáneamente Henry comenzó a practicar su don pero sin mayor éxito.



William nos conto lo que había averiguado de los demás, nombres, rostros e historias, una de ellas particularmente interesante; Margaret en realidad es bióloga química, uso sus óvulos en los experimentos, ella nunca garantizo resultado alguno, también nos conto sobre otros ocaso.



-Tres; es al que encontraron al sur, era el mas reconocible por su apreciable tamaño, no sé donde se habrá escondido todos este tiempo, supongo que lejos de las ciudades, Ocho; seguro habrán escuchado de él, es el pequeño y apestoso, de él no se mucho pero medirá menos de un metro, Diez; es totalmente inestable, cuando esta de buenas se comporta como una niña malcriada, cuando esta de malas... bueno, esperemos nunca averiguarlo, Diez  no se escapo, sigue con ellos, ellos le temen. Doce; produce oleadas de viento, tiene la potencia de un huracán y Dos que puede crear rayos.



-¿Cómo te enteraste que nos matarían?- le pregunte a William.
-Fue Margaret, ella envío a alguien algunos días antes con la información en la cabeza, así que comencé a investigar tanto como pude, las personas no piensan lo que uno desee que piensen, tuve que ser muy hábil para que no notaran lo que sabía, yo aliste las mochilas, tengo muchos contactos, me cerciore de que las pusieran en lugares convenientes, tenía que parecer que nos habían asesinado, me las arregle para convencer a algunos asesinos dándoles la información necesaria para que cobraran su recompensa, con eso ganamos algo de tiempo, no todos fueron invitados a aquella fiesta, solo Ustedes, Tres, Doce y yo.


No supe que también yo estaba en peligro hasta que vi la nota del general, entonces fui por ustedes y los envié a las celdas, no tenía tiempo para explicarles y que me creyeran, luego fui por los otros y también los desmaye, nuestra una única oportunidad era huir por separado, luego volví a encontrarme con un contacto, cuando lo encontré estaba muriendo, traía consigo el encendedor de Diez y lo último que cruzo por su mente fue 'Aléjate de ella'- Dijo William y tan solo con sus palabras sentí como un escalofrió recorría mi espalda.

domingo, 27 de julio de 2014

Insomnio

Habíamos rentado dos camas en una habitación, nunca había intimado con Marc pero ahora que sabía que de verdad éramos hermanos preferí dormir sola, aunque no pude dormir, era inútil intentar no pensar en los últimos años, en todos los años en realidad y lo peor era que todo aquello que todo aquello cruzaba por mi mente estaba al alcance de William, tenía que salir de esa habitación.

María camino entre las calles desiertas, tener un personaje puesto me hacía invariablemente actuar con su personalidad, saque unos cigarros y encendí el primero, no había fumado desde la última vez que fui María, pero María necesitaba un cigarro ahora, las apariencias no servían de nada   con William, debía encontrar un punto ciego... ¡Marc! Marc debía poder bloquearlo a él como bloqueaba el sonido, tire el cigarro y me dispuse a volver, gire y William estaba detrás de mí, no lo había notado, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí... y entonces lo supe.

-¡Fuiste tú!- Lo acuse, el debía haber sido esa persona hábil que nos noqueo a Marc y a mí antes de llegar a aquella fiesta años atrás.
-Sí, escucha, para que esto funcione debemos confiar los unos en los otros, esa es la única forma- me aseguro.
'¿Tú nos salvaste la vida?' pensé y el asintió.

-sabes mucho más de lo que has dicho ¿no es así? no nos lo dirás hasta que confíes en nosotros y eso será cuando nosotros confiemos en ti...- deje los hilos de mis pensamientos seguir, él tenía que ser nuestro aliado, sabía demasiado para que fuera de otra forma 'los secretos unen a las personas' pensé, así que nosotros éramos hermanos también, y con eso en mente él me abrazo y beso mi frente.

sábado, 26 de julio de 2014

Confesión

-Hay algo que debo confesarte- Dijo Henry haciendo una larga pausa antes de proseguir -Algunas veces logro oír, no sé cómo, ha pasado muy pocas veces pero el sonido me resulta agobiante- dijo Henry confundido.
-¿Crees que puedas controlarlo? Porque nunca lo dijiste antes?- pregunte confundida, yo creía que no había secretos entre nosotros.
-Parecía una locura, no estaba seguro de ello...- Dijo meditando la idea.
-Creo que deberías comenzar a entrenar- lo anime.
-¿Qué número soy?- se pregunto en voz alta.
-No lo sé, yo supongo que el quince, nadie sabe lo de tu don, mantengámoslo en secreto- le sugerí.
-De acuerdo- acepto encantado.

Henry era uno de los pocos personajes de Marc que era sordo, lo que era una ventaja aquí porque William se habría dado cuenta pronto de haberlo ocultado, habíamos encontrado distintas formas de cubrir la sordera de Marc con otros personajes.

-¿Cuál es tu don?- Le pregunte a William después de haberlo hecho pasar, él se sentó en la cama junto a Henry antes de responder mientras yo le veía de frente intrigada.
-Puedo ver tus pensamiento- hizo una breve pausa para sonreírme mientras yo alzaba una ceja y continuo -no es útil en medio de una pelea pero si lo es para trazar estrategias, formar alianzas, hacer tratos y cosas de esa índole, yo acompañaba a firmar los tratos, les decía quienes se habían rendido y quienes no, quienes eran amigos y quienes enemigos, por eso siempre supe de nosotros.- Hizo otra pequeña pausa para ver a Henry -No mentí- le afirmo -somos hermanos María- Me dijo solemne -De cierta forma lo somos, somos hijos del mismo experimento-En ese momento todas las imágenes de lo que había sido mi infancia cruzaron por mi mente -En algo tienes razón- Me aseguro -el General es tu padre, usaron sus genes, pero nuestra madre no esta muestra, ya la conociste, ¿recuerdas a Margaret? tu asistente de imagen, creo que quería verte una última vez antes de partir.


Quise recordar a aquella mujer que había visto hacía tanto tiempo pero no lo logré, simplemente todo lo que yo había creído de mi pasado era falso.


jueves, 26 de junio de 2014

La revelación

Once había insistido en quedarse a solas conmigo para conversar, lo cual era inútil porque le contaría todo a Henry, aislamos el sonido de la habitación y comenzamos.

-¿Qué número eres?- me pregunto sentado en la cama, mientras yo estaba recargada en la pared frente a él.
-catorce- conteste con fastidio por todo el trabajo requerido para tener esta conversación.
-Muy bien ¿Qué sabes de los demás?- me pregunto como si estuviera en un interrogatorio.
-Recién me entere que existen, no sé nada-  conteste con el tono de que aquello era obvio.
-Está bien, entonces somos nosotros dos y suponiendo que derrotaron al del sur faltan doce- concluyo él en voz alta.
-No, solo son once- lo corregí y él frunció el seño.
-¿asesinaron a otro?- me pregunto confundido. Yo lo pensé por un minuto, un encendedor era de Henry, pero él no era un ocaso, eso era imposible ¿Cuál podría ser su don? Lo único que lo hacía diferente era... que él es sordo... por lo tanto.... él no podía escucharme... lo que lo hacía inmune a mi don.
-¿Es Henry?- pregunto William atónito, supuse que lo había adivinado por mi mirada ausente.
-Yo no lo sabía- le asegure, entonces abrí la puerta, le hice seña de pasar a Henry y de salir a Once. Cerré la puerta aunque nosotros no necesitábamos hablar para comunicarnos, usamos lenguaje de manos en esta conversación.
'-¿Sabías que eras uno de nosotros?-' Le pregunte en forma de reclamo.
'-¿Qué?, no ¿De qué hablas?-' me pregunto confundido.
'-¿Recuerdas el día que nos raptaron? nos dieron dos mochilas y dos encendedores, era uno para cada ocaso-' le explique, Henry bacilo, de cierta forma eso tenía sentido, después de todo él también había recibido algunas de las lecciones que yo y había entrenado distintas artes también, aunque yo había asumido que el general había hecho aquello para darme una familia, un compañero, un hermano.
'-¿Cuál crees que sea tu don?-' le pregunte curiosa.
'-no lo sé-' me contesto aun confuso.
'-Creo que este es tu don-' le comente sonriendo '-no escucharme es tu don-' le asegure.


Él se irguió con aquella idea en la mente, pude ver en sus ojos como toda su vida cambiaba en un solo momento, desde hoy no sería un hombre común pues ahora sabía que él es un ocaso.

lunes, 23 de junio de 2014

El hombre en la cantina

Cuando amaneció pensé que sería un día como cualquier otro, fui a trabar a la cantina y ahí me encontró...

-María de Correnche- voltee  a ver al hombre que se sentaba en la mesa que limpiaba.
-¿Que le sirvo?- pregunte sin reconocerlo, era un hombre alto y robusto.
-Me gustaría invitarte a salir- Dijo extendiendo una hoja blanca y perfectamente lisa en la mesa, yo mire la hoja y luego lo mire a él antes de responder.
-Salgo en media hora- le dije regresando a la barra, pedí un whisky y lo deje en su mesa para que me esperara, después de esa media hora él pago su cuenta y me espero afuera, al verme salir comenzó a caminar y yo lo seguí, él entro a la habitación de un hotel, yo me cercioré de que nadie observara y entre tras él.

Él tomó la hoja de papel, la puso sobre una mesa y comenzó a escribir en ella.

'-Te he buscado durante mucho tiempo, soy Once-' fue la primer línea que escribió.
'-¿Como me encontraste?-' le escribí yo y él saco de su bolsillo un encendedor, aquel era él encendedor que venía en la mochila, yo maldije para mis adentros, María de Correnche lo había dejado tiempo atrás, en un callejón junto a un hombre que había asesinado.
'-Estoy buscando al resto de nosotros, eres la primera a la que encuentro-' escribió él mientras yo recordaba aquello.
'-¿Desde cuándo sabes que hay más?-' le pregunte, él se sonrió y comenzó a sacar uno a uno los encendedores, había quince encendedores en la mesa.
'-Aun no sé cómo, pero se enteraron de que no hemos muerto y han comenzado a casarnos-' me escribió mientras yo seguía anonadada con los encendedores.
'-¿Escuchaste lo del ocaso al sur?-' le pregunte volviendo a nuestra conversación.
'-Si, así fue como te encontré, María de Correnche buscando a Lilia, volviste de la nada-' me escribió satisfecho...

Lo pensé un poco, la hoja de papel en blanco perfectamente lisa era una carta del general, él nunca escribía nada, pero cuando me solía enviar una carta eso era lo que recibía.

'-¿Hace cuanto que recibiste esta carta?-' le pregunte dudosa, esa carta era la razón por la que había aceptado acompañarlo, esperaba que me tuviera información del general.
'-Esta es la nota que recibí la noche de la fiesta, estaba en mi carruaje-' me extraño leer aquello, conmigo había sido muy distinto.
'-¿Y el encendedor?-' le pregunte intentando atar los cabos sueltos.
'-También estaba en el carruaje, dentro de una mochila-' me aseguro, al menos eso había sido igual.
-¿Que hacemos ahora?- Le pregunte pensando en los soldados.
'-Debemos encontrar al resto, partiremos ahora-' escribió y se aseguro de que lo hubiese leído antes de tomar la hoja y quemarla.

Entonces salimos de la habitación, yo sabía que no tenía mucho tiempo, necesitaba encontrar rápidamente la forma de comunicarme con Lilia sin alertar a Once, él fue a pagar su cuenta antes de irnos y para mi alivio en la recepción me encontró Henry, entonces yo lo bese y lo abrace. Henry, uno de los personajes de Marc, era el esposo de María, María lo había abandonado después del asesinato.

Once vio a Henry con asombro, yo los presente y le dije a Once con la mirada que Henry venia con nosotros. Entramos al coche, Once conducía y yo era él copiloto, María nunca había sido el tipo de mujer que avisa o pide permiso, así que no me despedí de Poncho ni nadie, un día había llegado a sus vidas y un día me había ido... típico en María.

Anduvimos en silencio algún tiempo, hasta que Once se animo a hablar.
-Así que.. Has buscado por mucho tiempo a María ¿no?- Cuando Henry lo vio preguntar por el retrovisor se acerco a nosotros.
-Es una mujer inolvidable- dijo Henry mientras posaba su mano sobre mi hombro.
-Seguro que ya no te acurdas de mi Henry- comento Once conduciendo despreocupadamente.
-Para ser sincero si te recuerdo ¿Walas?- preguntó Henry.
-William- aclaro Once.
-¡William! claro- recordó Henry.

Entonces todo llegó a mi mente, Henry me había contado de William en aquel entonces, un hombre extraño que le había dicho que era mi hermano, que me había dejado de ver cuando éramos niños y me estaba buscando.

-La encontré antes que tú- comento William con una sonrisa en los labios.
-Su nombre se corrió por todas partes, me hubiera extrañado que no la encontraras- le contesto Henry.

Entonces supe que William ya me había pisado los talones una vez...

miércoles, 28 de mayo de 2014

Maria de Correnche

Una semana después seguía sin encontrar a Lilia, nunca habíamos pasado tanto tiempo separados, ahora era María de Correnche, había huido de la guerra, había conocido a André en mi fuga, por desgracia él había muerto para salvarme, me había dejado su medalla y me había hecho prometerle que encontraría a Lilia y se la daría, esa medalla llevaba generaciones en su familia, así que esa era mi motivación, iba de aquí a allá buscándola, hasta que por fin encontré a Poncho, era claro que el no me reconocería, había estado entrenando las personificaciones durante cinco años y ahora era excesivamente buena en ello, lo encontré en una cantina mientras caminaba mirando de reojo y al verlo entre apresuradamente y me dirigí a la mujer junto a él.

-¿Lilia?- pregunte esperanzada, aunque sabía bien que no era ella.
-no- contesto la mujer y salió del brazo de un hombre de la barra.
Saque la medalla y comencé a jugar con ella en mis manos.
-¿Que va a querer?- pregunto el cantinero y yo voltee a verlo indecisa.
-Dele Ron- Le contesto Poncho, el cantinero me sirvió y regreso al otro lado de la barra, yo agradecí la copa y tome la copa entre mis manos sin beberla.
-¿Quién es esa Lilia? - preguntó Poncho mirando mi medalla y le conté aquella historia que había venido relatando.
-Era un hombre muy valiente, quizá el más valiente que haya conocido- Me aseguró Poncho.
-¿Lo conoció?- pregunte fingiendo sorpresa.
-¡Sí! vaya que lo conocí, ese hombre detuvo a un ladrón en mi cantina, jaja, parecía inofensivo pero con un par de cervezas encima se transformaba , jaja ¡Que hombre aquel!-
-¿y Lilia? ¿conoce a Lilia?- pregunte con los ojos muy abiertos.
-Lilia... le prometí que si algo llegase a pasar la cuidaría con mi vida, el hubíera hecho lo mismo por mi familia...- el tono en que lo dijo no me gusto.
-¿Qué pasó?- pregunte triste, aun en el rol de María.
-La joven era muy nerviosa...- Dijo justificándose.
-¿Era? ¿Cómo que era?- Volteo a verme con los ojos vidriosos.
-Salió de noche, intenté detenerla pero estaba desquiciada, gritaba ¡André! ¡André! creí que regresaría por la mañana, pero no lo hizo, no sé donde pueda estar- sentí una gran cólera, si hubiera sido André le hubiese roto la cara, pero era María.
-Lléveme a donde vive por favor, comenzaré a buscar desde ahí, debo hallarla, lo prometí- Le pedí conteniendo mi furia.
-Claro muchacha, vamos ¡vamos! - Dejo un billete en la barra y salimos a prisa, corrimos un motel no muy lejos de ahí, abrió la puesta y su mujer lo recibió gritando ¡Regreso! entramos y él abrió la puerta de la habitación, Lilia lloraba desconsolada.
-¡Lilia!- grite y la abrace fuertemente.
-¿María?- pregunto cuando la estreche entre mis brazos -Ayer escuche lo que había pasado, tú eres María ¿no es así?-
-Así es- Le conteste.
-¿Dónde está? ¿Dónde está su medalla?- La saque de mi bolsillo y se la di, las hijas de Poncho estaban en la habitación con ella dándole consuelo por la muerte de André.
-Hola María, yo soy Amber y ella es Daniela- Se presento Amber afable.
-Mucho gusto María- Me saludo Daniela.

Luego me ofrecieron comida y hospedaje y sin nada que perder acepte quedarme con ellos.

María era un personaje que había usada antes, María de Correnche, darle continuidad a los personajes era parte del camuflaje, lo hacía más creíble.

Poncho tenía una gran familia y su único hombre de confianza estaba muerto, pero María no era una chica común, tenía una gran fuerza y voluntad en su macizo cuerpo, conseguí trabajo en la cantina como mesera y comencé a ayudarle con las cuentas.

lunes, 5 de mayo de 2014

La fuga

Anduvimos hacia el sur por cinco años, siempre cambiando de identidad, siempre cambiando de historia, hasta que finalmente llegamos a la frontera de los dominios de Bancáras, tomo mucho más tiempo recorrer todo aquello del que me había tomado derrotarlos, por todas partes se hablaba de aquel demonio llamado Ocaso, algunos decían que se trataba de un hombre tremendamente fuerte y alto que hacia estremecer la tierra con sus pisadas, otros afirmaban que era un pequeño duende cuya peste desmayaba a sus contrincantes, llegue a conocer a algunos sobrevivientes, todos los que recuerdo estaban desquiciados, pocos tenían la capacidad de entablar una conversación y ninguno sabia del todo lo que había ocurrido.

Había comenzado a pasar por mujer unos 2 años atrás, fue la primera vez que Marc fue mujer también, para darme animo, intercalamos papeles desde entonces, a veces amigas, a veces primos, distintas personalidades, rasgos, gustos, normalmente imitados del último lugar visitado.

La guerra había terminado, por ello me extraño tanto ver soldados desfilando hacia el sur, Marc y yo éramos en ese momento Lilia y André, yo era André, al ver a los soldados mi corazón se acelero, esperaba que mi complexión hubiera cambiado lo suficiente, ciertamente había subido de peso, era más alta y portaba un delicado bigote, típico en los alrededores, los murmullos no se hicieron esperar. La guerra comenzaba de nuevo, irían por mas territorio, se extenderían al norte también. nos había tomado cinco años llegar hasta ese punto, pero ahora no podíamos salir, porque afuera estaría la guerra.

Los lugareños entraron en pánico, había vuelto la guerra y el Ocaso llegaría con ella, nosotros también nos fugaríamos, escondí a mi nerviosa hermana Lili en el lugar donde nos hospedábamos y salí por unos tragos, éramos extremadamente apegados a nuestros personajes, reaccionábamos con forme a la personalidad que inventábamos, tome un par de cervezas en la cantina de siempre, el ambiente era tenso...

-¿Qué piensas hacer André?- Me pregunto Poncho, el cantinero.
-No sé, esto me pone los nervios de punta- dije pidiendo otra cerveza.
-Yo me voy esta noche, huiré al norte, estos soldados tomarán la ciudad de base, hay que irnos mientras podamos- Asentí con la cabeza y tomé un trago hondo.
-¿A qué hora y dónde?- En la puerta de atrás a las once. Me acabe mi cerveza y regrese con Lilia.

Lilia y yo habíamos desarrollado una serie de códigos escritos para comunicarnos, decidí usarlo, Poncho confiaba en mí por una buena razón, mi excesiva protección con Lilia, él tenía esposa y dos hijas, teníamos más posibilidades juntos que por separado, y si algo salía mal nosotros daríamos la vida por ellas.

Usamos una sabana de mochila llevando lo menos posible, un poco de comida y ropa, apenas me asegurara de que Poncho y su familia estaban a salvo nos iríamos.

Llegamos puntuales, Poncho nos esperaba, su familia estaba ya en el coche, me dio una escopeta y municiones, esto tenía que ser rápido y discreto, así que tomamos ruta por los sembradíos, esperando que la noche nos ofreciera protección, anduvimos por cerca de una hora cuando comenzó a temblar, por suerte nos encontrábamos entre la caña de azúcar, no éramos blanco de nadie, Lilia perdió los estribos, las demás intentaron calmarla, pero de su boca salió una palabra que nos escandalizo a todos... Ocaso...

Detuvimos el auto, esa era una de las tantas historias, todo llego a mi mente muy pronto, nunca antes se me había ocurrido que fuera posible que yo no fuera la única, catorce... debían haber al menos otros trece y si eran la mitad de letales que yo debíamos huir pronto, estábamos rodeando por los sembradíos para no ser vistos, pero no había tiempo suficiente, ese había sido solo la advertencia, teníamos que salir antes de que atacaran en serio.

-Hacia Correnche ¡Ya!- Correnche era el pueblo vecino, estaba lejos aun, ir allá en línea recta era nuestra mejor alternativa y así lo hicimos, creí que estábamos a salvo ahí, pero me equivoque.

Nos detuvimos a cargar gasolina, escondí la escopeta en mi gabardina y baje del coche... no habíamos terminado cuando comenzó a temblar de nuevo, sucedió muy pronto, le hice señal a Poncho de que se fuera, de inmediato encendió el motor y arranco, Lilia volteo a veme por la ventana, le mande un beso y ella lo tomo. Esa era una señal, aprovecharía este enredo para cambiar de identidad, corrí hacia el carro de atrás, los pasajeros estaban abrumados por el temblor, los hice bajar mostrando mi escopeta, robe el coche y hui.

sábado, 3 de mayo de 2014

Nueva identidad

Al día siguiente abrimos las mochilas para sacar comida y encontré una nota.

"Cuando termines de leer esto quémalo. Iban a matarte después de la fiesta, no podía permitir que entraras o todos conocerían tu rostro, mantener tu identidad oculta será lo único que te mantendrá con vida, que nadie nunca sepa quién eres."

Mi identidad siempre había sido un misterio, en mis primeros años de vida nadie se había interesado mucho por mí, nadie excepto el General, él decía que el misterio era parte de la protección, como el camuflaje, por eso todos mis instructores me habían llamado catorce, era un número consecutivo, no sabía a qué se referían los otros trece. Los únicos que conocían mi nombre eran mi padre y mi hermano.

En realidad todos creían que ocaso era un hombre, el general me había dado instrucciones precisas de no ponerlo en tela de juicio, todos, incluso mi hermano creían que yo era hombre, hasta que le dije mi nombre y con el mi sexo, nunca le dije a mi padre que se lo había contado a mi hermano, pero creo que de alguna forma se dio cuenta.

Queme la carta aun antes de que mi hermano pudiera leerla, la carta era para mí únicamente, aun así le dije lo que habían escrito en ella, desayunamos en silencio, en las mochilas había un cambio de ropa para cada uno, nos cambiamos y quemamos la ropa también.

Había un secreto que compartía solo con mi hermano, ni mi padre lo sabía, pero cuando logre disminuir mi alcance de voz comencé a practicar hasta que un día con ayuda de Marc fui capaz de hablar, fue algo curioso que Marc aprendiera a hablar también, el General me enseño que los secretos unen a las personas, así que Marc y yo guardamos en secreto nuestra capacidad de hablar, fue entonces cuando nos convertimos en hermanos.

Fue así como salimos con el resto de comida en los bolsillos y comenzaos una nueva vida como Alexander y Rene, los hermanos Green.

jueves, 1 de mayo de 2014

El día del regreso

El carruaje me llevo a la cabaña en la cima del monte Cronio, mi hogar, allá me esperaba el pequeño Marc que ya no estaba nada pequeño, cuando lo abrace mi rostro quedo en su pecho y para mirarlo a los ojos tuve que levantar la cara.

-¿Donde está el General Máximo? Esperaba verlo- Le dije a Marc confundida.
-y lo veras, pero primero tienes que ducharte y cambiarte, anda, todo está preparado-

Marc me informo que se había preparado un banquete en honor a los guerreros que volvían con la victoria y que todos querían conocer a Ocaso, la leyenda, me aliste y Margaret mi nueva asistente de imagen termino de arreglarme.

Marc me esperaba en el carruaje que nos llevo a Palacio, estaba emocionada, sería la primera vez que  me presentará en sociedad, pero antes de entrar fui noqueada, debía haber sido alguien tremendamente hábil, no tenía idea quién.

Tiempo después desperté en prisión, conocía el lugar, era la prisión de Hanger, una de nuestras tantas conquistas no muy lejos de mi hogar en los alrededores de la capital, vi a mi hermano consiente en la celda de enfrente, dijo que estaba bien y que no sabía lo ocurrido, le pedí que se tapara los oídos, solo por precaución, procuraria no alzar demasiado la voz, solo lo suficiente para que los barrotes cedieran, pero apenas desprendí un agudo sonido una alarma se encendió y una grabadora se activo.

-Tranquilos, no queremos hacerles daño, cuando el mensaje termine las celdas se abrirán, sigan por el corredor, en el comedor encontraran alimento y una mochila con todo lo que necesitan para huir, háganlo pronto-

El mensaje era para ambos pero solo yo pude oírlo, cuando la grabación termino las puertas se abrieron, la grabación exploto y yo pude salir a encontrarme con Marc, lo abrace fuertemente y le explique lo ocurrido en el camino, tomamos las mochilas y salimos por un viejo escondrijo, al salir la noche de un oscuro intenso causado por las densas nubes nos ofreció protección, anduvimos algunas horas hasta una cueva lejana de la civilización donde pasamos la noche.

miércoles, 30 de abril de 2014

Previo

Yo creo que todos tenemos poderes extraordinarios, algunos son destacables... otros no, muchos nos distinguen... otros nos apartan... yo tengo un don, un don que marco mi destino justo al momento de nacer, ese don es... mi voz.

Nací en algún lugar por las barracas, se dice que al nacer no llore, así me dieron una palmada para que lo hiciera... grave error... mi llanto aturdió a todos en la habitación, el partero me soltó y de no ser por la prontitud de mi madre habría muerto de la caída, pero ella me abrazo, me tranquilizo y me arrullo, no tarde en ser conocida en las barracas, expulsaron a mi madre poco después, pero para entonces mi madre y algunos de mis vecinos habían quedado sordos, mi madre hizo lo que pudo para mantenerme viva, logro llegar hasta la capital y arrastrarse hasta la catedral, pero después murió, eso es todo lo que se de ella...

Estuve en muchos lugares durante mi infancia, hubo múltiples intentos de homicidio, pero mi destino no era morir, cuando tenía 5 años de edad fui adoptada por el General Máximo, el vio un arma letal en mí y se dio a la tarea de entrenarme, había recibido muchos nombres y apodos, el que prevalecía era llanto de muerte, él me dio el nombre de Atardecer, único nombre que considero mío...

El General Máximo no me ofreció una familia como tal, yo nunca viví en su casa, no conocí a su esposa ni a sus hijos, en cambio me proporciono instructores, uno de ellos se convirtió en mi mejor amigo, su nombre es Marcos, pero solíamos decirle el pequeño Marc, Marc es sordo de nacimiento, tiene apenas tres años más que yo, el me enseño el lenguaje de señas entre muchas otras cosas.

Para mí mi familia es pequeña, mi madre muerta y sin tumba, nunca supe que fue de sus restos, el general Máximo, que en secreto llamo padre y Marc, con el que crecí, mi mejor amigo, mi hermano.

Cabe mencionar que nunca hable, muy por el contrario aprendí a quedarme callada , en situaciones cotidianas y extraordinarias, callada en la calma, en el peligro y en el miedo, siempre callada... hasta el momento de atacar...

Dedique los siguientes 5 años de mi vida a entrenar arduamente, tiempo en el que logre hasta un kilometro de alcance, tonos desde aturdir hasta destruir y potencias lo suficientemente bajas para cubrir solo 5 centímetros.

Después de la última prueba el general dio su visto bueno para enviarme a la guerra y entonces todo aquel tiempo de espera dio frutos, mi nombre clave a partir de entonces fue Ocaso, nombre al que nuestros enemigos aprendieron a temer, estuve mucho tiempo fuera y hoy, dos años después, por fin regreso a casa, ansiosa por ver a la familia que deje...

Prólogo

Escribiré capitulo a capitulo este libro, espero les guste...