Una semana después seguía sin encontrar a Lilia, nunca habíamos pasado tanto tiempo separados, ahora era María de Correnche, había huido de la guerra, había conocido a André en mi fuga, por desgracia él había muerto para salvarme, me había dejado su medalla y me había hecho prometerle que encontraría a Lilia y se la daría, esa medalla llevaba generaciones en su familia, así que esa era mi motivación, iba de aquí a allá buscándola, hasta que por fin encontré a Poncho, era claro que el no me reconocería, había estado entrenando las personificaciones durante cinco años y ahora era excesivamente buena en ello, lo encontré en una cantina mientras caminaba mirando de reojo y al verlo entre apresuradamente y me dirigí a la mujer junto a él.
-¿Lilia?- pregunte esperanzada, aunque sabía bien que no era ella.
-no- contesto la mujer y salió del brazo de un hombre de la barra.
Saque la medalla y comencé a jugar con ella en mis manos.
-¿Que va a querer?- pregunto el cantinero y yo voltee a verlo indecisa.
-Dele Ron- Le contesto Poncho, el cantinero me sirvió y regreso al otro lado de la barra, yo agradecí la copa y tome la copa entre mis manos sin beberla.
-¿Quién es esa Lilia? - preguntó Poncho mirando mi medalla y le conté aquella historia que había venido relatando.
-Era un hombre muy valiente, quizá el más valiente que haya conocido- Me aseguró Poncho.
-¿Lo conoció?- pregunte fingiendo sorpresa.
-¡Sí! vaya que lo conocí, ese hombre detuvo a un ladrón en mi cantina, jaja, parecía inofensivo pero con un par de cervezas encima se transformaba , jaja ¡Que hombre aquel!-
-¿y Lilia? ¿conoce a Lilia?- pregunte con los ojos muy abiertos.
-Lilia... le prometí que si algo llegase a pasar la cuidaría con mi vida, el hubíera hecho lo mismo por mi familia...- el tono en que lo dijo no me gusto.
-¿Qué pasó?- pregunte triste, aun en el rol de María.
-La joven era muy nerviosa...- Dijo justificándose.
-¿Era? ¿Cómo que era?- Volteo a verme con los ojos vidriosos.
-Salió de noche, intenté detenerla pero estaba desquiciada, gritaba ¡André! ¡André! creí que regresaría por la mañana, pero no lo hizo, no sé donde pueda estar- sentí una gran cólera, si hubiera sido André le hubiese roto la cara, pero era María.
-Lléveme a donde vive por favor, comenzaré a buscar desde ahí, debo hallarla, lo prometí- Le pedí conteniendo mi furia.
-Claro muchacha, vamos ¡vamos! - Dejo un billete en la barra y salimos a prisa, corrimos un motel no muy lejos de ahí, abrió la puesta y su mujer lo recibió gritando ¡Regreso! entramos y él abrió la puerta de la habitación, Lilia lloraba desconsolada.
-¡Lilia!- grite y la abrace fuertemente.
-¿María?- pregunto cuando la estreche entre mis brazos -Ayer escuche lo que había pasado, tú eres María ¿no es así?-
-Así es- Le conteste.
-¿Dónde está? ¿Dónde está su medalla?- La saque de mi bolsillo y se la di, las hijas de Poncho estaban en la habitación con ella dándole consuelo por la muerte de André.
-Hola María, yo soy Amber y ella es Daniela- Se presento Amber afable.
-Mucho gusto María- Me saludo Daniela.
Luego me ofrecieron comida y hospedaje y sin nada que perder acepte quedarme con ellos.
Luego me ofrecieron comida y hospedaje y sin nada que perder acepte quedarme con ellos.
María era un personaje que había usada antes, María de Correnche, darle continuidad a los personajes era parte del camuflaje, lo hacía más creíble.
Poncho tenía una gran familia y su único hombre de confianza estaba muerto, pero María no era una chica común, tenía una gran fuerza y voluntad en su macizo cuerpo, conseguí trabajo en la cantina como mesera y comencé a ayudarle con las cuentas.
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