domingo, 16 de noviembre de 2014

Planicie


Habían pasado ya dos días, estaba desesperada, en especial porque parecía ser a la única que le importaba que Marc no hubiera regresado aun, de todos nosotros él era el más vulnerable, podría contra uno, tres o hasta diez individuos, pero si lo buscaban lo harían mucho mas.

Me encontraba fuera de la cabaña mirando el bosque, esperando impacientemente, con los nervios destrozados.

-Volverá pronto- dijo William a mis espaldas. Odiaba eso de él, era completamente imperceptible -ven, necesitas volver a entrar, no se impresionaran con un árbol que tiembla- comento en un tono que parecía dulce, irritablemente dulce.
-sabes mi alcance- conteste secamente sin voltear a verlo.
-sí, lo sé, también ellos lo saben, tenemos que ampliarlo si queremos tomarlos desprevenidos- soltó situándose a mi lado derecho.
-¿Que propones?- pregunte volteando a verlo interesada.
-Ve más allá de la cúspide de esta montaña, hallaras una planicie al centro, entrena allá, entrena hasta que tu cuerpo no lo soporte mas- eso sonaba francamente tentador pero mi preocupación por Marc era mayor -Marc ya ha tardado demasiado, yo iré a buscarlo, ve a entrenar, te prometo que cuando regreses Marc estará aquí, esperándote-

Lo mire sebera, si él podría ver mis pensamientos, entonces sabría que no existe un lugar seguro para él si no cumplía su palabra. Entre en la cabaña y me despedí de Edi y Grandulón antes de comenzar el camino, tome una manzana y comencé a morderla pensando en que al menos así estaría lejos de William y de su acoso.

William tenía razón, la planicie era asombrosamente amplia, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había hecho algo parecido, me hice unos silenciadores, los sujete fuertemente a mis oídos y comencé, ocupe el tono más bajo que tenia, a la distancia más baja que alcanzaba mientras caminaba, lo cual no resulto una gran idea porque mi cuerpo alcanzaba las ondas sonoras al caminar, así que decidí caminar de espaldas cuidadosamente mientras aumentaba la distancia lentamente y aun más lentamente agudizaba el tono, mi garganta comenzó a picar, hacía años que no hacia aquello, calle y tosí un poco, seguí caminando y cuando me encontré en el centro de aquel lugal comencé de nuevo.

 -a:æa- El sonido se elevaba y se extendía a través de mi tráquea -i:ɪi- recordaba cada tonada, cada combinación, no solo de mi entrenamiento, también de la guerra, una guerra que presencie muy de lejos, hacía años que no estaba realmente sola, me detuve, respire, me erguí y emití un agudo, corto y preciso grito. -aɅa- la onda quebró mis improvisados silenciados, me desequilibro y caí al suelo, decidí quedarme tumbada y cerré los ojos.

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