Al día siguiente abrimos las mochilas para sacar comida y encontré una nota.
"Cuando termines de leer esto quémalo. Iban a matarte después de la fiesta, no podía permitir que entraras o todos conocerían tu rostro, mantener tu identidad oculta será lo único que te mantendrá con vida, que nadie nunca sepa quién eres."
Mi identidad siempre había sido un misterio, en mis primeros años de vida nadie se había interesado mucho por mí, nadie excepto el General, él decía que el misterio era parte de la protección, como el camuflaje, por eso todos mis instructores me habían llamado catorce, era un número consecutivo, no sabía a qué se referían los otros trece. Los únicos que conocían mi nombre eran mi padre y mi hermano.
En realidad todos creían que ocaso era un hombre, el general me había dado instrucciones precisas de no ponerlo en tela de juicio, todos, incluso mi hermano creían que yo era hombre, hasta que le dije mi nombre y con el mi sexo, nunca le dije a mi padre que se lo había contado a mi hermano, pero creo que de alguna forma se dio cuenta.
Queme la carta aun antes de que mi hermano pudiera leerla, la carta era para mí únicamente, aun así le dije lo que habían escrito en ella, desayunamos en silencio, en las mochilas había un cambio de ropa para cada uno, nos cambiamos y quemamos la ropa también.
Había un secreto que compartía solo con mi hermano, ni mi padre lo sabía, pero cuando logre disminuir mi alcance de voz comencé a practicar hasta que un día con ayuda de Marc fui capaz de hablar, fue algo curioso que Marc aprendiera a hablar también, el General me enseño que los secretos unen a las personas, así que Marc y yo guardamos en secreto nuestra capacidad de hablar, fue entonces cuando nos convertimos en hermanos.
Fue así como salimos con el resto de comida en los bolsillos y comenzaos una nueva vida como Alexander y Rene, los hermanos Green.
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