Anduvimos hacia el sur por cinco años, siempre cambiando de identidad, siempre cambiando de historia, hasta que finalmente llegamos a la frontera de los dominios de Bancáras, tomo mucho más tiempo recorrer todo aquello del que me había tomado derrotarlos, por todas partes se hablaba de aquel demonio llamado Ocaso, algunos decían que se trataba de un hombre tremendamente fuerte y alto que hacia estremecer la tierra con sus pisadas, otros afirmaban que era un pequeño duende cuya peste desmayaba a sus contrincantes, llegue a conocer a algunos sobrevivientes, todos los que recuerdo estaban desquiciados, pocos tenían la capacidad de entablar una conversación y ninguno sabia del todo lo que había ocurrido.
Había comenzado a pasar por mujer unos 2 años atrás, fue la primera vez que Marc fue mujer también, para darme animo, intercalamos papeles desde entonces, a veces amigas, a veces primos, distintas personalidades, rasgos, gustos, normalmente imitados del último lugar visitado.
La guerra había terminado, por ello me extraño tanto ver soldados desfilando hacia el sur, Marc y yo éramos en ese momento Lilia y André, yo era André, al ver a los soldados mi corazón se acelero, esperaba que mi complexión hubiera cambiado lo suficiente, ciertamente había subido de peso, era más alta y portaba un delicado bigote, típico en los alrededores, los murmullos no se hicieron esperar. La guerra comenzaba de nuevo, irían por mas territorio, se extenderían al norte también. nos había tomado cinco años llegar hasta ese punto, pero ahora no podíamos salir, porque afuera estaría la guerra.
Los lugareños entraron en pánico, había vuelto la guerra y el Ocaso llegaría con ella, nosotros también nos fugaríamos, escondí a mi nerviosa hermana Lili en el lugar donde nos hospedábamos y salí por unos tragos, éramos extremadamente apegados a nuestros personajes, reaccionábamos con forme a la personalidad que inventábamos, tome un par de cervezas en la cantina de siempre, el ambiente era tenso...
-¿Qué piensas hacer André?- Me pregunto Poncho, el cantinero.
-No sé, esto me pone los nervios de punta- dije pidiendo otra cerveza.
-Yo me voy esta noche, huiré al norte, estos soldados tomarán la ciudad de base, hay que irnos mientras podamos- Asentí con la cabeza y tomé un trago hondo.
-¿A qué hora y dónde?- En la puerta de atrás a las once. Me acabe mi cerveza y regrese con Lilia.
Lilia y yo habíamos desarrollado una serie de códigos escritos para comunicarnos, decidí usarlo, Poncho confiaba en mí por una buena razón, mi excesiva protección con Lilia, él tenía esposa y dos hijas, teníamos más posibilidades juntos que por separado, y si algo salía mal nosotros daríamos la vida por ellas.
Usamos una sabana de mochila llevando lo menos posible, un poco de comida y ropa, apenas me asegurara de que Poncho y su familia estaban a salvo nos iríamos.
Llegamos puntuales, Poncho nos esperaba, su familia estaba ya en el coche, me dio una escopeta y municiones, esto tenía que ser rápido y discreto, así que tomamos ruta por los sembradíos, esperando que la noche nos ofreciera protección, anduvimos por cerca de una hora cuando comenzó a temblar, por suerte nos encontrábamos entre la caña de azúcar, no éramos blanco de nadie, Lilia perdió los estribos, las demás intentaron calmarla, pero de su boca salió una palabra que nos escandalizo a todos... Ocaso...
Detuvimos el auto, esa era una de las tantas historias, todo llego a mi mente muy pronto, nunca antes se me había ocurrido que fuera posible que yo no fuera la única, catorce... debían haber al menos otros trece y si eran la mitad de letales que yo debíamos huir pronto, estábamos rodeando por los sembradíos para no ser vistos, pero no había tiempo suficiente, ese había sido solo la advertencia, teníamos que salir antes de que atacaran en serio.
-Hacia Correnche ¡Ya!- Correnche era el pueblo vecino, estaba lejos aun, ir allá en línea recta era nuestra mejor alternativa y así lo hicimos, creí que estábamos a salvo ahí, pero me equivoque.
Nos detuvimos a cargar gasolina, escondí la escopeta en mi gabardina y baje del coche... no habíamos terminado cuando comenzó a temblar de nuevo, sucedió muy pronto, le hice señal a Poncho de que se fuera, de inmediato encendió el motor y arranco, Lilia volteo a veme por la ventana, le mande un beso y ella lo tomo. Esa era una señal, aprovecharía este enredo para cambiar de identidad, corrí hacia el carro de atrás, los pasajeros estaban abrumados por el temblor, los hice bajar mostrando mi escopeta, robe el coche y hui.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario