William
abrió la puerta, Brad y yo volteamos a verlo. Él empujo a aquel niño que me
había comprado el reloj dentro de la habitación y cerró la puerta, Brad se descubrió
los oídos y el niño nos miro de frente.
-Es Ocho-
anuncio William recargándose sobre la puerta -te dio dinero falso- afirmó
mientras Ocho extendía el reloj hacia mí.
-Descuida,
no es de oro, quédatelo- le pedí.
-¿Como que
no es de oro? ¡Es de oro!- Me reiteró.
-No, no lo
es- le dije negando con la cabeza y una sonrisa en el rostro. El pequeño volteo
a ver a William para que lo apoyara.
-Es de oro,
ya lo comprobó- Me aseguro William acercándose, haciendo a un lado los libros y
sentándose sobre la mesa.
-¿Por qué me
darían un reloj de oro a un precio tan ridículo?- Le pregunte a William y él se
sonrío.
-Dicen que
es un reloj maldito, digamos que tiene su propia historia- comento William.
-Una mejor
que la que me contase- aseguró Ocho.
-Bueno, en
todo caso quédatelo igual- dije restándole sentido. pero el continuo extendiéndolo
hacia mí.
-El hechizo
se rompe cuando él ladrón lo regresa al dueño original pero está muerto sabes,
mejor quédatelo tú- me lo pidió ansioso así que acepte.
-Bien- Dije
tomando el reloj y lo guarde en la bolsa de mi pantalón.
-¿Has
conocido a otros?- Le pregunto Brad.
-Solo a Grandulón,
todo aquel escándalo que se armo al sur fue para distraer a los soldados de mí,
él debe haber huido a las montañas nuevamente, no he ido a buscarlo aun porque
no quiero llamar la atención hacia él- comento mirando a William.
-pero ahora
que yo sé donde se ubica nos acompañará a conocerlo- anuncio William triunfante.
-'¡Siempre tan
persuasivo'!- pensé para William.
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