lunes, 17 de agosto de 2015

Una larga espera

Grandulón cargo a Vincen y a Leo hasta una cueva donde nos refugiamos del tiempo, ellos se despertaban por ratos en aquel estado demencial y el eco de sus risas en la cueva me enchinaba la piel.
- ¿yo estuve así? - le pregunte a Grandulón saliendo de la cueva para sentarme junto a él.
- si - me respondió mientras tomaba una piedra y la lanzaba lejos.
- ¿por que tú te recuperaste más pronto? - le pregunte mirándolo, el continuo viendo el bosque y se encogió de hombros dudoso.
- no lo sé, siempre ha sido así - contesto al fin, yo seguí su mirada, estaba perdida en lo profundo del bosque, supuse que estaba más preocupado por Edi de lo que aparentaba.
- ¿desde chicos? - pregunte mientras me los imaginaba jugando y corriendo el uno tras el otro, Grandulón volteo a verme confundido.
- ¿chicos? Nosotros no crecimos juntos - contesto Grandulón como si eso fuera obvio.
- ¿no? - yo había supuesto que ellos eran como Marc y yo, de alguna forma.
- no, nos encontramos en el bosque, él venía de... Ya sabes qué y yo me dirigí al lugar equivocado en el momento equivocado - dijo negando con la cabeza, me costaba trabajo entenderle, pero sabía que si lo presionaba para que fuera más claro se iría sin contarme nada - él no supo que yo estaba ahí hasta que me escucho reír, entonces fue por mí, me dijo que nunca antes había visto a alguien tan grande, quiso ayudarme pero no conocía remedio alguno para las toxinas así que decidió regresar luego para enterarme, porque eso era todo lo que podía hacer mí. Para mi fortuna entre mis movimientos involuntarios fui a dar de bruces en su excremento, cuando el regreso coincidió con que yo despertara, se asusto mucho y comenzó a gritar y correr, a la distancia él parecía aun más pequeño, el trepo a un árbol como una ardilla, yo creí que había sido una visión, me limpie la vara y me fui, pero el aroma me seguía molestando, estábamos a unas horas de las aguas termales y decidí ir, él me siguió... Al final del día éramos amigos, anduvimos algún tiempo como nómadas, pero a Edi le gustaba ir a la ciudad y yo no podía, así que construí una casa para que pudiera ir y encontrarme al regresar -
Lo prensa un momento, si Edi había descubierto la cura por Grandulón ellos no sabían que existía, eso era una ventaja para nosotros, la usaríamos cuando fuera necesario...
- ¿Grandulón? - llamo Vincent y de inmediato regresamos a la cueva.

Al borde de la muerte

Anduvimos por un buen rato hasta que... Escuchamos una risa que daba miedo, una risa demente, Leo se detuvo, aterrizamos en medio del bosque y me bajo.
- así es como sonabas tú cuando te encontré, espera aquí, iré a ver quién es - me dijo y comenzó a elevarse, yo lo tome del brazo deteniéndolo.
- no, yo voy contigo - dije severa, él bajo de nuevo.
- iré más rápido sin ti - contesto secamente, entonces lo solté y se elevo nuevamente, luego se alejo en un remolino.
En una situación así parecía tonto haber pasado tanto tiempo en las aguas termales si finalmente tendría que exponer me a esa cosa de nuevo... Busque aquel aroma en mi ropa, para mi fortuna lo encontré, no era demasiado, era apenas una mancha, pero tendría que servir de algo, me frote la nariz contra esa cosa, la risa comenzó a acercarse en un remolino, cuando se detuvo Grandulón cayó al suelo y comenzó a patalear y manotear, tenía la cara embarrada de excremento, sus ojos se salían de sus orbitas y estaban muy rojos.
- mira - dijo Leo y voltee a ver en sus manos unos trapos, él abrió uno - toma, embárrate cuanto puedas y guarda el resto - yo le hice caso y ate lo restante a mi brazo izquierdo, él hizo lo mismo - iré a buscar a Vincent y William, quedarte aquí y cuida a Grandulón - me dijo brevemente y se fue aun más rápido que la primera vez.
Esto debía ser por el entrenamiento, si Grandulón a esta distancia estaba así ¿cómo estaría Edi? Me sentí impotente, ni siquiera podía ir a buscarlo, los demás habíamos sido rescatados, debía encontrar la forma de ir por él pero no encontraba una donde no peligrara mi vida. Paso más de una hora y no había señales de Vicent, pero al menos Grandulón se había agotado y ahora dormía, coloque su cabeza, que fácilmente era más grande que la mía por la mitad, sobre mis piernas, sentí un enorme alivio al escuchar las ramas quebrarse al pasar del remolino de Leo, cuando bajo note que había montado a Vincent en su espalda, lo dejo caer al suelo y se tiro a un lado, corrí hacia él y me miro a los ojos.
- ¿Amanecer? - pregunto desenfocándome.
- aquí estoy Leo - le conteste tomando su mano, y apenas escucho su nombre comenzó a reír como un loco, le solté la mano y me levante, creo que ocupo toda su fuerza para mantenerse cuerdo hasta encontrarme, voltee a ver a Vincent y lo arrastre para apartarlo un poco de Leo, también tenía la cara embarrada, lo revisé y tenía signos vitales, debía estar exhausto, como Grandulón, un par de lágrimas corrieron por mi rostro 'se pondrá buen' me prometí...
- ¿Vincent? - pregunto Grandulón después de un rato.
- Él está bien - le conteste acercando me para verlo.
- ¿Amanecer? - se pregunto y yo puse mi rostro por encima del suyo para que pudiera verme y al verme me sonrió - sabia que me encontrarías - enuncio y yo no pude evitar comenzar a sollozar sobre su regazo.
- Leo fue por Vincent pero ya no pudo regresar por William - dije apenas levantando el rostro.
- ¿William? - pregunto confundido.
- lo siento - conteste sollozando de nuevo, era la primera vez que me preocupaba por él, supongo que al fin de cuentas le había tomado cariño.
- tranquila, William se fue a la ciudad cuando tú te fuiste, solo estábamos Vincent y yo - me explico. No estoy segura de lo que sentí al escuchar eso, por una parte fue un profundo alivio saber que William estaba bien, pero por otro lado... Había sido muy conveniente que se fuera a tiempo de evitar esto, más aun sabiendo que Vincent, él único capaz de sacarnos de esa situación fácilmente, estaba a tres días de camino.
- tenemos que ir por Edi - le dije a Grandulón haciendo a un lado mis dudas.
- lo sé, pero no ahora - dijo Grandulón sentándose lentamente - yo soy más fuerte que ellos dos, me recupere muy rápido, pero ellos necesitaran descansar, tenemos que cuidarlos. Ambos nos quedamos viéndolos un momento.
- muy bien, tu cuida de ellos, yo iré por Edi - dije mientras me preparaba para levantarme pero Grandulón tomo mi brazo con su enorme palma y me lo impidió.
- Edi me pidió que si algo pasaba no lo buscara, sus toxinas llegaron hasta la cabaña, lo note porque Vincent fue afectado rápidamente, entonces lo cargue y corrí por las reservas que Edi dejo previendo esto, nos embarre a ambos y salí corriendo hacia ustedes, corrí tanto como pude y cuando sentí que no podía mas lo deje bajo un árbol y seguí corriendo porque temí hacerle daño entre mis ataques - me contó Grandulón, yo volví a sentarme y lo medite un momento.
- ¿cuánto tiempo se quedaran esas toxinas en el aire? - pregunte para darme una idea.
- en una situación normal serían tres días, pero dada la distancia que abarco serian al menos cinco días - contestó. Yo enloquecí con la idea de esperar tanto tiempo.
- ¡no podemos esperar cinco días para ir por él! Es solo un niño - le reclame y Grandulón se rió de mi comentario.
- puede parecer un niño pero no lo es, es mayor que todos nosotros, solo que envejece más lento - dijo aún divertido con mi ingenuidad, entonces entendí que ninguno de nosotros tenía un suspiro de normalidad en su cuerpo.

El volcan

Grandulón me dijo que la única forma de quitarme esa peste era ir a las aguas termales cerca de un manantial que estaba a tres días de camino, pero para mí fortuna Leo se ofreció a llevarme...
- Voy a vomitar - me queje cuando Leo me extendió la mano para que me acercara.
- Descuida, solo flotaremos, ven, te voy a cargar para que no tengas que girar - me insistió, yo me acerque aun dudándolo.
- Mejor yo te cargo a ti - le conteste burlona, yo ni quería que él me cargara ni lo creía capaz de lograrlo. Él arrugo las cejas disgustado.
- solo acércate, abrázame y no me sueltes por nada - me ordeno, yo asentí y lo obedecí. Oí nuevamente aquel soplido y el aire comenzó a correr a nuestro alrededor, desde esta nueva postura me di cuenta de que Leo exhalaba aire por la boca en cantidades sorprendentes, me pareció que inhalaba y exaltaba al mismo tiempo, pero con una seña con los ojos me hizo entender que no quería que me quedara viéndolo, así que aparte la mirada.
La vista era borrosa por el remolino a nuestro alrededor, quise mirar al suelo pero temí marearme y no lo hice, así que repose la cabeza en el pecho de Leo y me dedique a esperar que llegáramos, aún estaba un tanto sorprendida de que hubiese tenido la fuerza para cargarme y que no pareciera significarle un gran esfuerzo aun después un buen rato, sobre todo porque yo sin duda pesaba más que él y él no lucia muy atlético. No tardamos 3 días, pero aun así me pareció muy largo el camino, me alegre mucho cuando finalmente mis pies tocaron el suelo y me senté inmediatamente.
- Dime que esta vez no volverás el estómago - se quejó Leo ante mi reacción al llegar.
- No, estoy bien, terminemos con esto, date la vuelta - le ordene y él obedeció de inmediato, comencé a desvestirme mientras me preguntaba si el aroma se habría quedado impregnado en la ropa, pero no podía lavarla ahora ¿cómo la secaría para ponérmela después? La deje a un lado y entre al agua.
- ¡Listo! Ya estoy en el agua - le hice saber a Leo.
- Muy bien, iré a dar una vuelta, llama cuando termines - contesto Leo cordialmente.
- No, está bien, puedes entrar conmigo, me volteare para que puedas cambiarte - le ofrecí dándome media vuelta, después de todo, él había sido muy gentil al traerme y supuse que si utilizaron en él el mismo remedio que en mí, él también moría por quitarse el hedor.
- muy bien - acepto - listo - dijo ya en el agua.
- bien - conteste y eche la cabeza hacia atrás hasta sumergir mi rostro en el agua, estaba hirviendo, podía percibir el vapor emerger del agua, pronto se desvaneció el aroma y nos quedamos relajándonos algún tiempo en el que solo inhalamos profundamente y nadamos un poco.
- Este lugar es magnífico - comente con los ojos cerrados y sin tener la certeza de que Leo me escuchaba.
- sin lugar a dudas - convino Leo de algún lugar no muy lejano.
- Al menos algo bueno salió de ese incidente - continúe.
- En ese caso la próxima vez que te molestes con Wiliam dirigente a aquí sin hacer escalas - contesto Leo riendo, yo abrí los ojos y le lance agua al rostro riendo pero no ocupe fuerza suficiente y no le llego.
- ¿a ti no te molesta? - le pregunte aprovechando que había sacado el tema a relucir.
- ¿William? - me pregunto y asentí - William solo nos está preparando - contesto monótono.
- ¿preparando? ¿Para qué?  Esos soldados no son rival para nosotros - conteste molesta.
- saben nuestros dotes y pueden contra arrestarlos - me explico - pero no a todos juntos - comento sonriendo.
- yo sigo pensando que hay algo más, algo que no nos dice - dije arrugando las cejas, Leo agrando su sonrisa y se acercó un poco.
- Yo sé que eso no es lo que te molesta - dijo bajando la voz como en confidencialidad.
- ¿a qué te refieres? - pregunte extrañada por su actitud.
- ya sabes de lo que hablo - continuó con el mismo tono - su don es lo que te molesta - dijo acercándose aún más y con mirada intensa, sentí como la sangre me subió de pronto a la cabeza, eso era ofensivo.
- ¿don? Pero si él es único que de verdad esta indefenso ante los soldados, su don no sirve de nada - escupí las palabras con ira y Leo no hizo más que reírse.
- ¿no piensas reconocerlo? - pregunto alardeando de su seguridad - La verdadera razón por la que detestas a William es porque él sabe lo que hay aquí - dijo golpeando mi cabeza con su dedo.
- Él no sabe nada - contestes apartando su mano con la mía y me di la vuelta.
- Él sabe más de lo que debería, de todos - me dio la media vuelta para que lo encarara - todos tenemos secretos - dijo poniéndose serio - Él invade nuestra intimidad. Hay cosas que nadie debería saber... - aseguro fríamente. Me quede callada un momento porque por sus palabras y la forma en que las decía me comencé a pensar que ya no estaba hablando de mí.
- ¿porque lo dices? - pregunte intrigada.
- William me dijo que toda tu vida fingiste ser hombre... - me enfureció escuchar que se lo había dicho - y que apenas te conoció lo supo... Bueno... Este será nuestro secreto - Dijo como si aquello significará mucho para él, luego abrió la boca y toco una cosa delgada y transparente que había en ella - Esto divide mi boca en dos partes, de un lado saco aire calientes y del otro frío...- se tomó un minuto antes de continuar, yo no entendía a donde quería llegar con todo eso - todo mi cuerpo es así, estoy dividido... Yo soy hombre... - note la duda en sus ojos antes de continuar - Y también soy mujer. Él no tenía ningún derecho de saberlo, yo sé cómo te sientes Atardecer - dijo con voz de mujer, una voz que no le había escuchado nunca antes.
- tu voz... - dije impresionada y se río.
- también tengo dos voces - contesto volviendo a su voz habitual.
Entonces pensé 'Los secretos unen a las personas'.
- jamás se lo diré a nadie - le prometí y lo abrace, ahora sería nuestro secreto.
Paso un buen rato antes de que me decidiera a salir, abrí los ojos y vi a Leo relajado y con los ojos cerrados, me acerque a la orilla, salí y comencé a vestirme, voltee a ver a Leo que había abierto los ojos y se notaba indeciso entre salir o no.
- ¿de qué es diminutivo Leo? - pregunte con curiosidad, él se río y se acercó a la orilla.
- ¿de qué pensaste que era diminutivo? - pregunto a su vez, yo no me lo había preguntado antes en realidad.
- no lo sé ¿Leonardo? - intente adivinar, él se río nuevamente.
- no es un diminutivo, es sólo Leo - contesto y se décimo a salir.
No pude evitar mirarlo, sus pechos eran pequeños, pero no cabía duda de que eran de mujer, contrastando en gran medida con su preponderante...
- ¿nunca habías visto uno? - pregunto al notar donde se había detenido mi mirada, me sonroje de inmediato y aparte la mirada.
- ¡ho! Lo siento mucho... Si, si he visto otros, en los baños, perdón no quise... - me había dado la vuelta por completo, estaba tremendamente avergonzada.
- está bien, puedes verme, nadie nunca antes me había visto desnudo ¿qué hay de ti ¿alguien antes te había visto sin ropa? - pregunto relajando el ambiente.
- no realmente - conteste volteando lentamente, lo mire de nuevo, hasta ahora no había notado que los rasgos de su rostro bien podrían ser de mujer.
- ¿en qué piensas? -me pregunto ladeando la cabeza.
- no puedo decidir si eres un apuesto hombre o una hermosa mujer- conteste sin pensarlo, él se río.
- entonces soy ambos - concluyo, me reí también - también tengo una  ¿quieres verla? - pregunto despreocupadamente, me ruboricé al escucharlo.
- no gracias, creo que ya he visto demasiado - conteste desviando la mirada, él tomo su ropa y se visto.
- gracias - comento de pronto.
- ¿por qué? - pregunte girando me para verlo.
- por la forma en que me viste...- me ruborice de nuevo - parecía que habías visto lo más bello en tu vida - me dijo sonriendo, yo corrí a abrazarlo.
- justo eso fue lo vi - le susurré al oído, le bese la mejilla y me quede abrazándolo.
Leo tenía razón después de todo, odiaba que William les hubiese dicho sin más mi sexo, mi nombre, mi don, él no tenía ese derecho, sentí la cólera recorrer mi cuerpo solo de pensarlo.
- ¿por qué William no nos contó sobre ti? - le pregunte acomodada en su pecho.
- supongo que no era necesario - contesto soltándome.
- conmigo tampoco era necesario y lo dijo - respondí resoplando.
- me alegra que te hayas decidido a aceptar cuanto te molesta, pero ahora es tiempo de irnos- evadió el tema, me cargo y emprendió camino.