Yo creo que todos tenemos poderes extraordinarios, algunos son destacables... otros no, muchos nos distinguen... otros nos apartan... yo tengo un don, un don que marco mi destino justo al momento de nacer, ese don es... mi voz.
Nací en algún lugar por las barracas, se dice que al nacer no llore, así me dieron una palmada para que lo hiciera... grave error... mi llanto aturdió a todos en la habitación, el partero me soltó y de no ser por la prontitud de mi madre habría muerto de la caída, pero ella me abrazo, me tranquilizo y me arrullo, no tarde en ser conocida en las barracas, expulsaron a mi madre poco después, pero para entonces mi madre y algunos de mis vecinos habían quedado sordos, mi madre hizo lo que pudo para mantenerme viva, logro llegar hasta la capital y arrastrarse hasta la catedral, pero después murió, eso es todo lo que se de ella...
Estuve en muchos lugares durante mi infancia, hubo múltiples intentos de homicidio, pero mi destino no era morir, cuando tenía 5 años de edad fui adoptada por el General Máximo, el vio un arma letal en mí y se dio a la tarea de entrenarme, había recibido muchos nombres y apodos, el que prevalecía era llanto de muerte, él me dio el nombre de Atardecer, único nombre que considero mío...
El General Máximo no me ofreció una familia como tal, yo nunca viví en su casa, no conocí a su esposa ni a sus hijos, en cambio me proporciono instructores, uno de ellos se convirtió en mi mejor amigo, su nombre es Marcos, pero solíamos decirle el pequeño Marc, Marc es sordo de nacimiento, tiene apenas tres años más que yo, el me enseño el lenguaje de señas entre muchas otras cosas.
Para mí mi familia es pequeña, mi madre muerta y sin tumba, nunca supe que fue de sus restos, el general Máximo, que en secreto llamo padre y Marc, con el que crecí, mi mejor amigo, mi hermano.
Cabe mencionar que nunca hable, muy por el contrario aprendí a quedarme callada , en situaciones cotidianas y extraordinarias, callada en la calma, en el peligro y en el miedo, siempre callada... hasta el momento de atacar...
Dedique los siguientes 5 años de mi vida a entrenar arduamente, tiempo en el que logre hasta un kilometro de alcance, tonos desde aturdir hasta destruir y potencias lo suficientemente bajas para cubrir solo 5 centímetros.
Después de la última prueba el general dio su visto bueno para enviarme a la guerra y entonces todo aquel tiempo de espera dio frutos, mi nombre clave a partir de entonces fue Ocaso, nombre al que nuestros enemigos aprendieron a temer, estuve mucho tiempo fuera y hoy, dos años después, por fin regreso a casa, ansiosa por ver a la familia que deje...